HALLE.- El asesino neonazi tenía más de cuatro kilos de explosivos encima y sólo la fortuna de una puerta de madera que resistió los disparos evitó una masacre con docenas de víctimas en una sinagoga, una tragedia sin precedentes en Alemania de la posguerra.
El día después del ataque de Halle, el país está en estado de conmoción, mientras sus autoridades han prometido “tolerancia cero” contra un antisemitismo cada vez más violento, que reaviva, además, la “vergüenza” por el pasado nazi.
“Lo que vivimos el miércoles era de terror. Según nuestro conocimiento, Stephan Balliet ayer se había puesto como objetivo realizar una masacre”, dijo el fiscal general alemán, Peter Frank.
El atacante, inundado de ideas de “antisemitismo, xenofobia, racismo, se había armado con fuerza, con varias armas, aparentemente de construcción artesanal, y una gran cantidad de explosivos, solo en el auto se hallaron cuatro kilos”, agregó.
“Quería ir a la Sinagoga para matar a un gran número de personas” y buscaba “obtener un efecto a nivel mundial mediante la filmación de su acción en vivo” y el manifiesto que había cargado en internet.
“El extremismo de derecha se manifiesta entre nosotros del modo más violento y agresivo” y es “una de las grandes amenazas que tenemos enfrente”, declaró, por su parte, la ministra de Justicia Christine Lambrecht. También anunció medidas que obligarán a los proveedores de internet denunciar a la policía la inminencia de delitos neonazis.
Esto por que Balliet había publicado en internet una especie de manifiesto en PDF en el que el extremista anunciaba que quería matar “la mayor cantidad de blancos posible, especialmente judíos” y ya mostraba armas y municiones que luego se utilizaron en el ataque.