MANAGUA.- Nicaragua quedó a la deriva. El Gobierno del presidente Daniel Ortega decidió no continuar con los diálogos con la oposición.
De esta manera el país quedó sumido en la desazón que, por el momento, los conduce a un solo camino: el naufragio del deseo de encontrarle una solución a la crisis.
Y es que, en medio del entramado de confrontaciones y peticiones de parte y parte, el levantamiento de la mesa de conversaciones se convierte en un disparador para quienes piden un cambio político.
La opositora Unidad Nacional Azul y Blanco afirmó este viernes que Daniel Ortega quiere mantenerse en el poder “ a costa de la muerte”.Tras de conocer que el Gobierno rechazó la salida negociada a la crisis que ha dejado cientos de muertos.
La mayoría de los nicaragüenses exige la renuncia de Ortega y de su esposa Rosario Murillo, vicepresidenta. En abril del año pasado el régimen ejecutó ataques armados contra civiles, que dejaron cientos de muertos, presos y desaparecidos.
Las cifras suministradas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ubican al Gobierno como responsable de la muerte de 326 ciudadanos. Sin embargo, el oficialismo solo reconoce 200.