BOGOTÁ.- Un reportero del diario The New York Times se reunió en con guerrilleros de las FARC en las montañas cercanas a Medellin donde uno de ellos le aseguró: “hacemos lo mismo, seguimos con los mismos ideales y vamos para allá, si Dios quiere”, señaló el comandante de uno de los grupos que decidió abandonar el pacto de paz.
Estos grupos representan “un reto particular a la permanencia de los acuerdo: no puede haber paz si los guerrilleros están armados de nuevo”, asegura The New York Times.
El portal de noticias Insight Crime, una organización que además estudia grupos de delincuencia es citado como fuente por el NYT y asegura que hay unos 2.800 guerrilleros disidentes. Esa cifra supone el 40 por ciento de todos los integrantes de las Farc antes de los acuerdos de paz.
Varios entrevistados por The New York Times aseguran que no todas las armas de las que disponían las FARC fueron entregadas a la ONU tras la desmovilización, sino que quedaron algunas por entregar. Entre las razones del rearme, los disidentes citan el acoso al que vieron sometidos los exguerrilleros por parte de fuerzas paramilitares que intentaron hacerse de las zonas abandonadas por las FARC.
Varios miembros de la guerrilla denunciaron hostigamiento y amenazas por parte de la asociación ilegal y paramilitar Clan del Golfo, grupos paramilitares como ese, han asesinado a activistas sociales y exguerrilleros en varias partes del país solo por haber pertenecido a la guerrilla. The New York Times señala que esto ha llevado que varios miembros de la exguerrilla han decidido revivir sus unidades de las FARC, aunque sin la estructura central de comando, y muchos más “pobres”.
El diario norteamericano señala que es un “peligro para los excombatientes reincorporarse a la vida civil” y ante la negativa del gobierno de Iván Duque y las amenazas constantes de grupos paramilitares, muchos han instado por volver a las montañas con el objetivo de protegerse mutuamente.
El diario destaca que las metas de las disidencias ya no pasan por derrocar al Gobierno ni luchar contra la injusticia social, sino que pretenden defender a los poblados, líderes sociales y minorías que están siendo asesinados por fuerzas paramilitares, una misión que parece difícil por su carácter itinerante.