CIUDAD DEL CABO.— Sudáfrica celebra este miércoles las elecciones legislativas aparentemente más reñidas desde el fin del apartheid, hace tres décadas, en las que el Congreso Nacional Africano (ANC) del difunto Nelson Mandela podría perder por primera vez la mayoría absoluta.
Unos 27,6 millones de personas están registradas para elegir de forma proporcional a los 400 diputados del Parlamento que, una vez constituido, se encargará de nombrar en junio al próximo presidente.
Por primera vez desde la llegada de la democracia en 1994, el partido que puso fin al apartheid bajo el liderazgo de Mandela y que sacó a millones de personas de la pobreza puede verse obligado a negociar una coalición para mantener el poder.
Los desafíos son múltiples para el ANC que persigue un segundo mandato para el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa: oposición a izquierda y derecha, el desempleo y la criminalidad rozando niveles récord o el desafecto de una nueva generación sin recuerdos de la lucha contra el dominio blanco.
En Soweto, una población de las afueras de Johannesburgo que se convirtió en centro de la lucha por la liberación de la población negra, los leales al ANC acudieron temprano a las urnas.
Pero también aparecieron electores desencantados como Kqomotso Mtumba, quien explicó que, después de haber votado al ANC en el pasado, ahora se decantó por «un partido emergente».
«El último partido por el que voté, sus promesas no funcionaron, así que ahora pruebo este«, dijo esta trabajadora bancaria de 44 años. El sentimiento era parecido en Alexandria, un distrito de clase obrera de Johannesburgo. «Realmente necesito ver un cambio», admitía una funcionaria de 34 años que solo dio su nombre, Keletso.
«Necesitamos gente nueva, sangre fresca. El desempleo es malo. Para poner pan en la mesa algunos recurren al crimen, otros se prostituyen», afirmó.
Los colegios electorales permanecerán abiertos hasta las 21H00 (19H00 GMT) y, en principio, los resultados definitivos se conocerán el fin de semana.
Durante 30 años de democracia, los votantes han sido leales al partido que liberó al país del yugo del apartheid y que en sus inicios prometía educación, agua, techo y derecho de voto para todos.
Pero su popularidad está en declive. Si en las elecciones de 2019 recabó un 57% de los votos, los sondeos le otorgan ahora alrededor de un 40% de las papeletas.
Entre la población de 62 millones de habitantes crece la frustración por el desempleo (que afecta un tercio de la población activa), la criminalidad, los escándalos de corrupción y los recurrentes cortes de agua y electricidad.
En un discurso a la nación el domingo, Ramaphosa defendió su gestión y subrayó progresos en la lucha contra la corrupción y en corregir las brechas en la producción eléctrica.
Después de votar en Soweto, el mandatario aseguró que no había «ninguna duda de que el pueblo seguirá confiando una vez más en el ANC». La votación constituye «un giro en la historia política del país», estimó Aleix Montana, del gabinete de asesoría de evaluación de riesgos Verisk Maplecroft.
Es «sin ninguna duda la más imprevisible desde 1994», dijo de su lado el analista político Daniel Silke.
Si gana menos de 201 escaños, Ramaphosa deberá negociar con partidos opositores y diputados independientes para asegurarse la mayoría.
A su derecha se encontrará con Alianza Democrática, un movimiento liberal que propone privatizaciones y desregulación y que arrastra una imagen de partido de la minoría blanca. Los sondeos le otorgan alrededor de un 25% de votos.
A la izquierda, con un 10% de votos cada uno según las encuestas, se sitúan el partido uMkhonto we Sizwe (MK) del expresidente Jacob Zuma y la formación Luchadores por la Libertad Económica (EFF), que promete reformas radicales como la redistribución de tierras y nacionalizaciones.