LA PAZ.— Bolivia inicia una nueva era política. Rodrigo Paz Pereira, candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue elegido presidente tras imponerse en el primer balotaje de la historia del país con el 54,5% de los votos frente al 45,5% obtenido por Jorge “Tuto” Quiroga.
Su victoria cierra dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS) y marca el regreso de una fuerza centrista al poder con la promesa de “capitalismo para todos” y estabilidad económica.
Economista de 58 años, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora y sobrino nieto de Víctor Paz Estenssoro, el nuevo mandatario ha construido una carrera política propia.
Fue alcalde de Tarija entre 2015 y 2020, senador desde 2020 y ahora llega al Palacio Quemado con una agenda centrada en tres pilares: seguridad jurídica, empleo y lucha contra la corrupción. A su lado estará el vicepresidente electo, Edman “Capitán” Lara, abogado y exoficial de Policía conocido por su discurso de ley y orden.
El triunfo de Paz Pereira refleja un cambio de época. En un contexto de inflación de dos dígitos, escasez de divisas y creciente fatiga política, el electorado boliviano optó por una opción moderada y promercado que promete diálogo y previsibilidad.
Su llegada al poder, prevista para el 8 de noviembre, abre una etapa en la que el desafío será sostener la gobernabilidad: el PDC no cuenta con mayoría absoluta y dependerá de acuerdos legislativos para avanzar con sus reformas.
En materia económica, el nuevo gobierno hereda un panorama delicado. Con reservas internacionales en niveles mínimos y subsidios que presionan las cuentas públicas, Paz ha anunciado que buscará atraer inversión privada, especialmente en sectores como litio, minería e hidrocarburos, sin aplicar ajustes drásticos. En política exterior, se espera un viraje pragmático orientado a recomponer vínculos con Estados Unidos y los países vecinos.
El MAS, por su parte, sufre su mayor derrota en veinte años. La fractura interna, la pérdida de apoyo urbano y el desgaste de una economía que dejó de crecer al ritmo de la década pasada explican el derrumbe de un movimiento que dominó la escena política desde 2006.
La nueva mayoría que respalda a Paz combina sectores urbanos, clase media y votantes cansados del enfrentamiento ideológico.
Bolivia entra así en un nuevo ciclo político que pondrá a prueba la capacidad de Paz Pereira para traducir su victoria electoral en estabilidad económica y consensos duraderos. Su éxito dependerá de si logra convertir el fin del ciclo del MAS no solo en un cambio de gobierno, sino en un cambio de rumbo.

