MOSCÚ.— Rusia dejó de pagar su deuda soberana en moneda extranjera por primera vez en un siglo. El hecho supone la culminación de unas sanciones occidentales cada vez más asfixiantes que cierras las vías de pago a los acreedores extranjeros.
Durante meses, el país encontró caminos para sortear las sanciones impuestas tras la invasión de Ucrania por parte del Kremlin. Pero al final del día, el domingo, expiró el período de gracia de unos 100 millones de dólares en pagos de intereses que se vencían el 27 de mayo, un plazo que se considera un evento de impago si no se cumple.
En ese contexto, Moscú negó haber deshonrado su deuda en moneda extrajera, y afirmó que, a causa de las sanciones, los dos pagos no llegaron a sus acreedores antes de la fecha límite que fue este domingo 26 de junio.
El Ministerio de Finanzas de Rusia dijo en un comunicado que efectuó dos pagos de intereses el 20 de mayo, pero que estos habían sido bloqueados por intermediarios. “La no obtención del dinero por parte de los inversores no es resultado de que no haya habido un pago, sino que está causada por la acción de terceros, algo que no está directamente considerado como un impago”.
Resulta ser un marcador sombrío en la rápida transformación del país en un paria económico, financiero y político. Los Eurobonos de la nación han cotizado a niveles de dificultad desde principios de marzo, las reservas e divisas del banco central siguen congeladas y los los bancos más granes están desconectados del sistema financiero mundial.
No obstante, el daño que ya se ha hecho a la economía y a los mercados, el imago es más simbólico por ahora, y poco importa a los rusos que se enfrentan una inflación de dos dígitos y a la peor contracción de la economía en años.
Moscú alega que la designación de impacto no tiene lugar, ya que tiene los fondos para cubrir cualquier factura, pero se ha visto obligada a no pagar.