Se agrava la situación de los refugiados latinoamericanos

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En la región selvática del Darién, compartida por Colombia y Panamá, se extienden numerosos ríos, pantanos y una biodiversidad que incluye insectos, escorpiones, así como grandes depredadores como jaguares y pumas.

Desde que México reinstauró los requisitos de visado para varios países sudamericanos, muchas personas ya no pueden acceder legalmente al país por vía aérea. Esto ha llevado a un aumento de individuos que deben atravesar toda Centroamérica por tierra, cruzando esta peligrosa y desconocida región.

El trayecto forzado por la selva puede durar hasta diez días, sometiendo a los viajeros a extremas condiciones de calor y humedad.

Incluso los excursionistas más experimentados enfrentan dificultades en esta zona, pero la mayoría de los refugiados carecen de experiencia para atravesarla, están mal equipados y, en muchos casos, viajan con toda su familia, incluyendo bebés y ancianos.

Muchos mueren durante el camino y sus cuerpos quedan abandonados a lo largo de la ruta, obligando a los refugiados que llegan después a pasar junto a ellos.

Esta situación ha convertido a México en un país de tránsito y refugio simultáneamente. No solo es hogar de mexicanos que migran hacia Estados Unidos, sino que también recibe a más de 200,000 refugiados expulsados desde EE. UU. Estas dinámicas migratorias y de asilo se replican en todo el continente.

México se encuentra en un dilema complejo. Históricamente, ha sido un país de paso hacia Estados Unidos y ha mostrado especial consideración por los refugiados. No obstante, actualmente se ve desbordado por la situación, especialmente debido al endurecimiento de las condiciones de ingreso tanto por parte de Estados Unidos como por nuevas restricciones en México, permitiendo el acceso legal solo a personas con visado.

Los diarios han revelado casos extremos de traumas en familias que desean abandonar México lo más pronto posible, incluso habiendo recibido ofertas de dinero por sus hijos, cuya finalidad no les quedó clara, ya fuera por tráfico de órganos, violación o prostitución infantil.

Al mismo tiempo, hay un creciente número de personas, como venezolanos, que optan por quedarse en México, encontrando mejores condiciones que en su país de origen. En ciudades como Ciudad de México o Monterrey, existen numerosas oportunidades laborales y posibilidades para establecerse y construir una nueva vida.