JARTÚM.— La situación humanitaria en Sudán continúa deteriorándose y la tragedia no parece tener un final a la vista. Según Muzan Alneel, cofundadora del centro sudanés de investigación Estanad, el país está en peligro de sufrir una hambruna.
La escasez de recursos alimentarios se debe a la falta de siembra en los campos como resultado del conflicto que ha azotado al país desde mediados de abril.
En ese mes, estallaron violentos enfrentamientos entre las fuerzas armadas sudanesas, lideradas por el general Abdel Fattah al Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), comandadas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, también conocido como Hemeti.
Este conflicto se centra en una lucha de poder entre dos generales con ambiciones y también en la renuencia de las FAR a integrarse en el ejército regular.
Los enfrentamientos, que continúan a pesar de múltiples treguas, han paralizado prácticamente la economía sudanesa. Además, la alta inflación, el colapso del sistema financiero y la escasez de agua, alimentos, electricidad, medicamentos y personal médico han exacerbado la situación hasta un punto insostenible para la población.
Según el Ministerio de Salud de Sudán, los combates han causado hasta la fecha 800 muertos y al menos 6.000 heridos. Sin embargo, es probable que esta cifra deba multiplicarse, ya que muchas bajas no se reportan. Los cuerpos incontables siguen sin ser recogidos y sin contar en las calles.
No es la primera vez que las diferencias étnicas en la región occidental de Darfur, donde una parte de la población se identifica como árabe y la otra como africana, alimentan un conflicto violento entre facciones. Entre 2003 y 2005, esta división étnica fue la razón de una serie de crímenes contra la humanidad que resultaron en la muerte de aproximadamente 200.000 civiles.
Esto llevó a una condena en ausencia del entonces presidente Omar al Bashir y su milicia Janjaweed por parte de la Corte Penal Internacional. Posteriormente, la Janjaweed se convirtió en las Fuerzas de Apoyo Rápido.
Según los expertos, en el conflicto actual, cuando se solicitó al grupo africano que se uniera al rival de las FAR, el ejército sudanés lo hizo como una forma de venganza por la violencia ejercida por los árabes de Darfur. En la actualidad, Darfur se ha convertido en la segunda zona con más combates, después de Jartum.
Llevar la lucha a Darfur beneficia a las FAR, ya que sus tácticas de merodear, saquear y quemar estructuras funcionan mejor en esa zona que en un entorno como Jartum, donde las fuerzas regulares tienen una ligera ventaja. Según Hager Ali, los paramilitares están especializados como tropa móvil terrestre y el campo de batalla de Jartum les resulta desconocido. Muchos ni siquiera habían estado en la capital antes del conflicto.