EUROPA.— “Si Europa actúa correctamente, podrá proteger a sus ciudadanos y continuar la transición hacia un nuevo sistema energético más limpio. Sin embargo, si sus acciones son erróneas, los Estados podrían ir a la quiebra y el sector eléctrico europeo se quedaría anclado en el pasado”, sostiene revista británica, The Economist.
El precio de los carburantes se disparó en un 30% desde la suspensión del gasoducto Nord Stream. La semana pasada, los analistas de Goldaman Sachs comentaron que prevén que la factura de la electricidad en el viejo continente se triplique a principios del año que viene con respecto a los niveles del año pasado, lo que supondría un aumento de la factura energética de 2 billones de dólares o el 15% del PBI.
En este contexto, el rotativo británico subraya que la crisis energética “se ha convertido en una crisis política y económica: en toda Europa, las empresas paran y quiebran, los ingresos disminuyen y los gastos de los residentes aumentan”.
Lo que se refiere a al gasoducto, Rusia en numerosas ocasiones subrayaba que el cierre del gasoducto Nord Stream se debe exclusivamente a las sanciones occidentales. Moscú alega que debido a las sanciones no es posible transportar y reparar las partes esenciales del gasoducto.
En este contexto, el vocero rechazó los intentos de Occidente de culpar a Rusia por la suspensión del gasoducto e insistió en que es “el Occidente colectivo, en este caso, la Unión Europea, Canadá y el Reino Unido, el culpable de que la situación haya llegado a tal punto”.