CIUDAD DE MÉXICO.- Al amanecer del domingo, cerca de 5.000 centroamericanos, en su mayoría hondureños, marchaban nuevamente, rumbo a su sueño americano, cargando sus pesados equipajes con niños en los brazos aún dormidos envueltos en cobijas.
Al llegar al punto de la carretera hacia Guanajuato, aparecieron los primeros síntomas de desgaste entre los miembros más débiles de este éxodo. Una adolescente se desvaneció al borde del camino. Uno de los jóvenes que iba con ella aseguró que “lleva días con fiebre”.
Unos metros más adelante, una niña de 4 años de nacionalidad hondureña, se desplomó en suelo convulsionado, mientras hacía una fila eterna para subir a un tráiler de carga junto a su madre, quien aseguró que la pequeña llevaba “días sin comer”.
Luis Manuel Martínez, coordinador de emergencia del sistema de urgencia de secretaria de Salud Local aseveró que pequeña Madaleli “trae fiebre y la glucosa está elevada, debe valorarla un equipo de pediatría por una posible prediabetes. Está deshidratada, no ha comido bien”, puntualizó.
Martínez aseguró que en rasgos generales el estado de salud de la “la caravana está deteriorado”.
“Vienen de un clima caliente y aquí está bajando cada vez más la temperatura. Más el desgaste, la gente no está acostumbrada a estas jornadas de caminata, mal comidos y dormidos”, explica Martínez. Para el médico, los riesgos más apremiantes son infecciones respiratorias y gastrointestinales.
“Hemos detectado pocos de infección por influenza y tuberculosis”, aseguró un médico de la Cruz Roja que pide el anonimato y pasó la noche en el albergue. La tuberculosis afecta los pulmones, causando tos, fiebre, sudores nocturnos y perdida de peso, según la Organización Mundial de la Salud.
Si bien es curable si se trata a tiempo, se contagia alto, estornudar o escupir, como la influenza. Estas enfermedades pueden degenerar epidemias, provocar neumonía o la muerte.