CARACAS.— Estados Unidos lo dijo el 30 de diciembre y lo volvió a repetir el 4 de enero. En ambas ocasiones, en voz de Ned Price, vocero del Departamento de Estado, ratificó que Washington sigue considerando a Juan Guaidó no solo líder de la oposición, sino también presidente interino de Venezuela.
“Respaldamos el deseo del pueblo venezolano de una pacífica restauración de la democracia a través de elecciones justas y libres”, agregó el portavoz estadounidense.
El respaldo no es algo menor, considerando que Guaidó perdió casi toda la fuerza dentro de su propio país, y ha visto como figuras relevantes se apartan de su plan para sacar a Nicolás Maduro del poder.
Hoy, más débil en comparación con el ánimo que lo rodeaba en 2019 cuando se proclamó presidente interino de Venezuela, el apoyo de Estados Unidos, por muy fuerte que resulte de aliado, en este caso no le estaría alcanzando.
El analista Luis Vicente León escribió con claridad en Twitter: “Esto no define su control de la oposición en Venezuela. Sería impresentable tener un interino que representa a sus aliados externos, por no a la oposición, ni a la población ni a la lucha interna.”
“Así como Maduro no puede decidir quién es el líder opositor, tampoco puede hacerlo un externo. Es absurdo pretender que alguien, distinto al pueblo opositor, decida a quién van a seguir o en quién confiar”.
“Si hablamos de la oposición, su problema es que por primera vez en muchos no cuenta con una estructura que la gente considera válida o legítima; para la conducción de la estrategia para enfrentar a Maduro”, dice Félix Seijas, analista y profesor de la Universidad Central de Venezuela citado por DW.
“La gente siente que eso dejó de tener relevancia, y hoy la lucha carece de referente”, agregó.
A diferencia de lo que ocurrió en enero de 2019, cuando Guaidó contaba con respaldo político interno y además más de cincuenta países lo apoyaron, la noticia de la extensión de su maniatado hasta diciembre 31 del 20202, pasó con escasa gloria en los principales medios del mundo.