BOGOTÁ.- La vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, reconoció que uno de sus hermanos fue condenado en Estados Unidos por “conspiración para traficar drogas” hace 23 años.
La confesión tuvo lugar después de que el portal La Nueva Prensa afirmara que Ramírez y su esposo, pagaron una fianza de 150.000 dólares por Bernardo Ramírez Blanco, detenido en Miami en julio de 1997. En aquel momento, Blanco estaba recibiendo una carga de heroína.
Partidaria de la mano dura contra el narcotráfico, la vicepresidenta de Colombia, ocultó por décadas el delito cometido por su hermano, avivando una tormenta que empezó en plena pandemia, cuando una empresa suya terminó enredada con un narcotraficante.
Ramírez ha pasado buena parte de la crisis sanitaria defendiéndose de revelaciones periodísticas que la relacionan, paradójicamente, con la actividad que más ha condenado en su larga trayectoria como figura pública.
El hermano de la vice lideró una operación en la que dos personas tragaron cápsulas de heroína y la transportaron en sus estómagos.
A raíz de la revelación periodística, Ramírez se vio obligada a aceptar el caso que no había trascendido públicamente aunque aseguró que había informado de los hechos “a quienes debían conocerlos”, pero no a la ciudadanía quién también merecía saberlo, en distintos momentos de su vida laboral.
En marzo pasado, cuando el gobierno de Iván Duque comenzaba a lidiar con la epidemia de COVID-19, el portal InSight Crime, un centro de investigación sobre el crimen organizado en las Américas, publicó un informe sobre el narcoparamilitar colombiano alias Memo Fantasma.
Un criminal que se fue reciclando con el tiempo y se infiltró en la élite con la identidad de Guillermo León Acevedo, quien pese a su prontuario nunca fue juzgado por las autoridades colombianas y vive campante en Madrid.
La investigación de InSight Crime sostiene que la vicepresidenta ayudó con una carta de recomendación para que los hijos de Memo Fantasma ingresaran a uno de los colegios más exclusivos de Bogotá. Asimismo, una empresa a nombre suyo y de su esposo trabajó con el narcoparamilitar en un proyecto inmobilario en la capital en la década del 2000.
Ramírez negó llorando conocer a Acevedo y dijo que el negocio, en el que el narco les cedió un lote a cambio de ganancias una vez terminado el proyecto, lo realizó la empresa de su esposo, quien fue llamado a declarar a la fiscalía.