SANTIAGO.— Hay varios factores que explican lo cara que es la vida en el país sudamericano, entre ellos la inflación, la nula competencia en el mercado y la crisis económica global, que se acrecentó con el conflicto bélico en Ucrania y las consecuencias de las sanciones a Rusia.
El viernes 22 de abril, parlamentarios, del Partido Por la Democracia y el Partido Comunista, se reunieron con el fiscal nacional económico, Ricardo Riesco, para denunciar que en las bodegas de los supermercados están acumulando casas de aceite; lo que podría ser una posible colusión para subir el precio de este alimento esencial para los hogares.
Tras la reunión, la Fiscalía Económica Nacional (FNE) se comprometió a realizar la investigación con agilidad y en el menor tiempo posible, puesto que el aceite ha tenido un alza de dos a tres dólares durante los últimos meses.
“Hay que tomar en cuenta que en Chile no producimos materias primas para el aceite y, en general, el aceite es importado de Argentina y Canadá”, agregó el presidente de la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (CONADECUS), Hernán Calderón.
El dirigente explicó a la agencia Sputnik que la mayoría de las marcas de aceite que se compran en un supermercado o negocio de barrio son de las mismas cadenas que se han monopolizado el mercado. Además, indicó que es fundamental que la FNE realice una investigación, porque “aquí algunos economistas están dando explicaciones que no son convincentes en cuanto a que han subido el alza de los productos”.
Por su parte, Álvaro Gallegos, experto en materias de regulación financiera, exagero del Ministerio de Hacienda y quien se desempeñó como superintendente de pensiones durante la segunda administración de Michelle Bachelet, comentó que en “Chile esto se ve agudizado por la escasa competencia que hay en el mercado doméstico”.
“Se aprecia un alza no justificada, porque nosotros somos importadores netos de esos productos y cuando miran los precios en países como Argentina, Europa, uno no entiende por qué estamos pasando dos o tres veces los precios que pagan los argentinos o los ingleses”, agregó Gallegos.
El mercado de Chile se mueve con muy poco competitividad y es concentrado por un pequeño sector de la población y empresas transnacionales, lo que ha derivado en colusiones entre los precios de los medicamentos, la carne de pollo e incluso el papel higiénico. Todo esto en desmedro del bolsillo de los consumidores.
El sobreendeudamiento de la población
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el conflicto en Ucrania lleva a una desaceleración del crecimiento mundial “del 6,1% estimado para 2021 y a 3,6% en 2022 y 2023”.
Las sanciones económicas a Rusia han ocasionado un aumento en el precio de los combustibles y en los alimentos, que golpea a las economías de todo el mundo. El organismo multilateral estima que el encarecimiento de las materias primas y el alza de los precios se traducen en una inflación del 8,7% en las economías emergentes para el 2022.
La Conadecus informó que cada día eran más los chilenos que ocupaban sus tarjetas de crédito para la compra de los bienes esenciales de la canasta básica familiar.
“Cuando las personas comienza a ocupar las tarjetas de crédito porque sus ingresos no les alcanzan y claramente van ocupando distintas tarjetas hasta ir sobrepasando el límite de cada”, comentó el presidente del organismo citado por la mencionada agencia de noticias.
“Las necesidades son mayores y eso lleva a un sobreendeudamiento de las personas que hace imposible que después puedan responder a esos créditos. Además, el producto se hace más caro por las tasas de intereses y comisiones. Cuando se compra con tarjeta, aumenta el valor del producto que se está comprando”, agregó.
Lo que está ocurriendo en Chile actualmente es que las personas recurren a las tarjetas de crédito, es decir, el endeudamiento, para poder comprar los productos esenciales de la canasta básica familiar para poder hacer frente a la crisis económica y las históricas alzas de los elementos de primera necesidad.
El nivel de morosidad, que bajó gracias a los retiros del 10% de las AFP, con los cuales las personas usaron sus fondos provisionales para pagar sus deudas, ha vuelto a crecer.