BUENOS AIRES.— La elección legislativa de este domingo en la provincia de Buenos Aires dejó de ser un trámite local para transformarse en un referéndum de facto sobre el gobierno de Javier Milei.
En el distrito que concentra casi el 40 % del padrón nacional, el resultado marcará si La Libertad Avanza (LLA) logra retener oxígeno político o si el kirchnerismo mantiene su bastión y obliga al oficialismo a recalcular su hoja de ruta.
Un tablero político enrarecido
El oficialismo llega golpeado: sospechas de corrupción en áreas sensibles, fugas internas, un Congreso que desafía vetos y una inflación que resiste pese a la ortodoxia fiscal.
La imagen presidencial atraviesa su punto más frágil desde la asunción, y la figura de Karina Milei, eje de la estrategia libertaria, se ve arrastrada por grabaciones y acusaciones que el propio Gobierno calificó de “opereta”.
En paralelo, el peronismo bonaerense —con Axel Kicillof y la maquinaria territorial de 135 municipios— conserva su estructura aceitada y busca refrendar su dominio.
El mercado lee los números antes que los discursos
Para los inversores, hay tres posibles caminos:
- Derrota mínima (menos de 2%): el relato oficial puede vender “resiliencia”, sostener expectativas y darle al plan económico algo parecido a un voto de confianza. Los dólares financieros tenderían a calmarse, los bonos globales podrían comprimir spreads y las acciones —bancos y energéticas— volverían a ser jugadas tácticas.
- Pérdida moderada (entre 2 % y 5%): sería el escenario “base” que hoy descuentan las mesas. Mantiene viva la narrativa de gobernabilidad, pero deja claro que el apoyo es débil. El mercado se movería con cautela: tasas altas, dólar estable a fuerza de intervenciones y poca profundidad para apuestas de largo plazo.
- Descalabro (más de 5%): equivaldría a un aviso de tormenta. Se recrudece la presión sobre activos en pesos, se dolarizan carteras y el Banco Central quedaría forzado a redoblar el ancla cambiaria, con riesgo de giro reactivo en política monetaria.
La provincia como termómetro de octubre
Más allá de los gráficos y las curvas de rendimientos, Buenos Aires funciona como laboratorio político. Si LLA logra pintar de violeta parte del mapa, Milei podrá presentarlo como la señal de que su “revolución liberal” no se detiene.
Si el peronismo marca una diferencia amplia, el Gobierno enfrentará el lunes una doble tarea: convencer a los votantes de que el derrumbe no es inevitable y tranquilizar a un mercado que ya agotó su paciencia con promesas.
No es solo un conteo de bancas. Se define si el plan económico conserva respaldo social suficiente para llegar a octubre sin sobresaltos, o si se abre una etapa de defensiva pura, con el dólar, la inflación y la gobernabilidad en la misma mesa de ruleta. En un país donde la política y la economía son vasos comunicantes, Buenos Aires se vuelve el espejo en el que Milei y el mercado medirán cuánto queda de luna de miel.
