SAN PABLO.- La metrópolis más grande de Brasil tiene un plan poco ortodoxo para liberar espacio en sus cementerios durante la pandemia del COVID-19: desenterrar huesos de personas anteriormente sepultadas y ponerlos en grandes contenedores de metal.
Los restos mortales de los fallecidos hace al menos tres años serán exhumados y colocados en bolsas numeradas, que se guardarán en 12 contenedores de almacenaje, explicó la funeraria municipal de San Pablo. Dentro de 15 días, los contenedores llegarán a varios cementerios.
San Pablo es uno de los principales focos de contagio de COVID-19 en la nación sudamericana más golpeada por la pandemia, con 167.900 casos y 10.368 muertos, pero aún así dio un paso más en su plan de desconfinamiento y desde ayer permite la reapertura de los centros comerciales, en una ciudad de 12 millones de habitantes.
Río de Janeiro, que igualmente reabrió comercios, puntos turísticos y centros comerciales esta semana, se presenta como la segunda región más afectada por la pandemia y contabiliza 77.784 infectados y 7.417 muertes.
Varios expertos predicen el pico de la pandemia en Brasil se registrará en agosto, tras expandirse desde las ciudades, donde aparecieron los primeros casos, hacia el interior del territorio.
Brasil registró 909 nueves muertes por COVID-19 en las últimas 24 horas y acumula un total de 41.828, cifra con la que se ubica ahora como el segundo país con más decesos en el mundo, sólo superado por Estados Unidos y por delante del Reino Unido, confirmó en la noche de este viernes el Ministerio de Salud.