Concluye intervención militar en Río con pocos resultados

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RÍO DE JANEIRO.-  El 16 de febrero la medida fue decretada por el presidente Michel Temer luego de un carnaval marcado por una ola de asaltos y episodios de violencia, el impopular mandatario que esta era la salida que impulsaría su reelección

Pero a pocos días del final, el próximo 31 de diciembre, los militares se preparan para retirarse en un escenario que no está a la altura de las expectativas alimentadas a comienzos de 2018. 

El general Walter Braga Netto,el interventor, aseguró en una entrevista con un medio local que “cumplí todas mis metas, puedo no haber alcanzado el 100% en cada una. El primer objetivo era disminuir gradualmente los índices de criminalidad”, aseveró. 

Aunque los militares han presentado el balance de la intervención como un éxito de gestión, los índices se plantean reparos sobre su eficacia. 

Entre enero y noviembre de 2018 comparado con el mismo período del año anterior los asaltos a mano armada se redujeron 29%, los robos de carga 23%, los homicidios cayeron un 6% y los robos de vehículos un 3%, según datos del Instituto de Seguridad Pública que depende del gobierno de Rio de Janeiro.

Sin embargo, varios indicadores empeoraron o se mantuvieron prácticamente constantes pese a un desembolso en seguridad que el último día de la intervención habrá llegado a cerca de unos 250 millones de dólares y a un número récord de operaciones policiales,alrededor de 700, sostenidas por el ingreso extraordinario de recursos debido a la intervención.

El registro de violaciones creció 7%, los robos de calle 4% y los arrebatos apenas cayeron 1% respecto del año anterior.

El indicador que más ha encendido la alarma y ha despertado críticas de especialistas en seguridad es el incremento sensible de las muertes como consecuencia de intervenciones policiales. En sólo un año aumentaron 39% alcanzando 1.444 víctimas fatales de la policía entre enero y noviembre.

La crisis en la seguridad pública de Rio tiene su correlato a nivel nacional ya que la criminalidad representa uno de los mayores problemas del gigante sudamericano y combatirlas una de las promesas que llevaron a Jair Bolsonaro a ser el próximo presidente de Brasil.