BRASILIA.— Un coronavirus que presenta una característica genética hallada en los virus que causan el Covid-19 y el MERS fue descubierto en murciélagos de Brasil, ampliando el rango geográfico conocido de los virus transportados por murciélagos capaces de saltar a otras especies.
El virus, denominado BRZ batCoV, fue detectado en Pteronotus parnellii, un pequeño murciélago insectívoro conocido como “murciélago bigotudo”, común en toda América Latina. Las muestras fueron recolectadas en los estados de Maranhão y São Paulo.
El estudio, publicado el lunes como preprint antes de su revisión por pares y publicación formal, muestra que el virus pertenece a la familia betacoronavirus, que incluye al SARS-CoV-2, al MERS-CoV y al SARS original. La secuenciación genética reveló un corto fragmento en la proteína espiga del virus que puede ser cortado por enzimas presentes en células animales y humanas, una característica que facilita la entrada de algunos coronavirus en dichas células.
El hallazgo es significativo porque un sitio de corte similar en la proteína espiga del SARS-CoV-2 se convirtió en un punto de controversia durante la pandemia, cuando algunos afirmaron que era evidencia de manipulación en laboratorio. Investigaciones posteriores demostraron que estos sitios aparecen de forma natural en otros coronavirus —incluida esta nueva cepa brasileña—, lo que indica que tales rasgos pueden surgir por evolución viral ordinaria.
La investigación, dirigida por Kosuke Takada y Tokiko Watanabe de la Universidad de Osaka, junto con colaboradores de la Universidad de São Paulo, la Universidad de Madison-Wisconsin y otros laboratorios internacionales, determinó que el virus está emparentado con los coronavirus similares al MERS, aunque es lo suficientemente distinto como para formar su propio linaje. Virus relacionados habían sido identificados en murciélagos de Asia, África y Medio Oriente, pero nunca antes en el hemisferio occidental.
Hasta el momento no hay evidencia de que el nuevo virus infecte a humanos. El descubrimiento refuerza la importancia de los programas de vigilancia de vida silvestre que monitorean la diversidad de coronavirus antes de que puedan transmitirse a las personas.

