WASHINGTON.- El Ejército de los Estados Unidos ha ocultado o minimizado la magnitud de que sus armas de fuego desaparecen, las pérdidas y los robos de las mismas, incluso cuando algunas de esas armas son utilizadas en delitos callejeros.
El patrón de ocultamiento de las Fuerzas Armadas se remonta a casi una década, cuando la agencia The Associated Press inició una investigación sobre el tema dentro del organismo castrense.
En ese entonces, los oficiales lucharon contra la publicación de la información, y después ofrecieron respuestas poco creíbles que contradicen los registros internos.
Las armas militares no desaparecen. Han sido utilizas en tiroteos, se han comercializado en las calles para cometer delitos o amenazar personas, y han sido recuperadas en manos de los delincuentes. Ladrones han vendido fusiles de asalto a pandillas callejeras.
Según los oficiales sólo unas cientos de armas desaparecieron durante la década de 2010. Memorandos internos del Ejército que obtuvo la citada agencia muestran que las pérdidas son mucho mayores.
El secretismo en torno a un tema tan delicado va mas allá del Ejército. Involucra a la Fuerza Aérea, al Departamento de Defensa y al Pentágono que no comparte la información con el Congreso desde hace años, según la AP desde 1990.
En ese sentido, el senador demócrata Richard Blumental exigió en una audiencia de la Comisión de Servicios Armados del Senado que el Pentágono reanude los reportes regulares sobre armas pérdidas. A lo que respondió que “el Pentágono espera continuar trabajando con el Congreso para garantizar la supervisión apropiada”.
Los registros deficientes en los sistemas de inventario de las FFAA significan que las armas perdidas o robadas pueden ser listadas en los registros de propiedad como seguras.
La investigación periodística reveló que las fallas de seguridad fueron evidentes a todo lo largo de la cadena, hasta las unidades individuales, que han destruido registros, falsificado controles de inventario e ignorado procedimientos.