ANKARA.— La autoridad monetaria turca está dejando que la lira se deprecie frente al dólar a un ritmo más acelerado de lo habitual, posiblemente para limitar la entrada de capitales especulativos (hot money) y responder a las quejas de los exportadores, quienes sostienen que la moneda está sobrevaluada, señalaron los economistas de Goldman Clemens Grafe y Basak Edizgil en una nota publicada este miércoles.
“Es plausible que el banco haya decidido no enfocarse en la reconstrucción de reservas a través de entradas extranjeras impulsadas por el carry”, sostuvo Goldman. “Por lo tanto, dejar caer la lira podría ser en parte una política dirigida a mantener ese dinero fuera del país”.
La nota del banco de Wall Street refleja que los inversores aún intentan anticipar cómo ajustará sus políticas el banco central de Turquía ante las consecuencias de la crisis política interna desde marzo.
El arresto del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu —un popular contendiente presidencial— afectó negativamente a la lira y empeoró las perspectivas de inflación, lo que llevó a la autoridad monetaria a revertir el ciclo de recortes de tasas que había comenzado en diciembre.
Aun así, el ritmo actual de caída de la lira contrasta con el objetivo de los responsables de política monetaria, que buscan reducir la inflación desde alrededor del 38% registrado el mes pasado hasta el 24% para fines de este año y el 12% en 2026.
“Creemos que el banco central probablemente abandonará su actual política cambiaria, a más tardar cuando reanude su ciclo de recortes en la reunión de julio”, afirmó Goldman. “Consideramos que la política cambiaria actual es una estrategia para adelantar la depreciación necesaria y evitar una apreciación real significativa”.
La lira se debilitó aproximadamente un 1,6% frente al dólar en mayo, después de perder un 1,4% en abril. En los últimos dos años, las tasas altas y el buen desempeño de la lira ajustado por inflación al consumidor atrajeron fuertes flujos de inversión bajo la estrategia de carry trade, que consiste en endeudarse en una moneda de bajo rendimiento para invertir en otra de mayor retorno.
Pero esa dinámica complicó la gestión de liquidez del banco central, que usó esos flujos para acumular reservas mientras inyectaba miles de millones de liras en el sistema financiero. En un momento, la autoridad monetaria se enfrentaba a un exceso de oferta de más de 1 billón de liras, lo que suponía un riesgo para su postura monetaria restrictiva.
Además, ese posicionamiento extranjero demostró ser una vulnerabilidad, ya que los inversores internacionales rápidamente comenzaron a deshacerse de activos denominados en liras.

