TEGUCIGALPA.— Honduras volvió a quedar atrapada en un déjà vu electoral: denuncias cruzadas, acusaciones de injerencia extranjera, fallas en el sistema de transmisión de resultados y un oficialismo que, lejos de reconocer la derrota, endurece su postura y llama a las calles. A una semana de las elecciones del 30 de noviembre, el país centroamericano enfrenta hoy uno de los mayores desafíos institucionales desde 2009.
La candidata del gobernante partido Libertad y Refundación (Libre), Rixi Moncada, anunció que su fuerza política “no reconoce” los resultados preliminares y exigió la nulidad total de los comicios, alegando una supuesta intervención del presidente estadounidense Donald Trump, fallas graves en el sistema electoral y un “golpe electoral en curso”.
Las acusaciones del oficialismo
En conferencia de prensa, Moncada sostuvo que el sistema de transmisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) fue “adulterado en su código fuente” sin seguir los protocolos de seguridad. Presentó una lista de presuntas irregularidades:
- 5.000 actas en cero,
- inconsistencias en el 95,17% de las actas transmitidas frente al registro biométrico,
- 4.659 actas sin respaldo biométrico,
- y caídas constantes del sitio de divulgación durante tres días.
Según la candidata, estas anomalías confirmarían una operación destinada a favorecer al opositor Partido Nacional, cuyo postulante Nasry “Tito” Asfura lidera el conteo provisional. Moncada acusó también al gobierno de Trump de enviar “un millón de mensajes intimidatorios” a electores hondureños en EE.UU. para advertir que votar por Libre pondría en riesgo el envío de remesas.
El partido oficialista, liderado por el expresidente Manuel Zelaya, convocó a militantes y simpatizantes a movilizaciones y a una “asamblea extraordinaria de la dignidad nacional” el 13 de diciembre, además de llevar sus denuncias a la ONU, la OEA y la CELAC.
Los números que desatan la pelea
Con el conteo detenido desde el viernes pasado y un 88,02% de mesas procesadas —que el CNE luego actualizó hasta cerca del 98%—, el escenario se mantiene extremadamente ajustado:
- Nasry Asfura (Partido Nacional): 40,57%
- Salvador Nasralla (Partido Liberal): 39,10%
- Rixi Moncada (Libre): 19,30%
La candidata oficialista quedó relegada a un distante tercer puesto, muy por detrás de lo que pronosticaban las encuestas internas del partido y sin margen matemático para revertir el resultado.
Washington interviene y marca posición
La crisis hondureña escaló un nivel cuando un portavoz del Departamento de Estado estadounidense —bajo anonimato— afirmó que las elecciones fueron íntegras y que “no existe evidencia creíble” que sustente un pedido de nulidad.
En una declaración directa, señaló que “la voluntad del pueblo hondureño fue un repudio a la gestión del partido Libre”. Washington recordó que el proceso fue monitoreado por la OEA, la Unión Europea y observadores locales, e instó a los actores políticos a respetar a las instituciones electorales.
La postura estadounidense profundiza el aislamiento internacional del oficialismo en un momento en que Libre denuncia una supuesta operación política liderada por Trump.
El fuego cruzado entre la oposición
La tensión no proviene sólo del oficialismo. El candidato liberal Salvador Nasralla —segundo en el conteo— también denunció un “robo” a favor de Asfura, al asegurar que el sistema informático “colapsó justo cuando ingresaban datos que lo favorecían”. Exige un reconteo voto por voto, y afirma que su fuerza obtuvo “20% más de votos” que el Partido Nacional.
Mientras tanto, 2.749 actas permanecen bajo análisis por “inconsistencias”, sin que el CNE detalle a cuántos votos corresponden ni cuándo concluirá el escrutinio definitivo.
La ofensiva del oficialismo incluye un ingrediente adicional: la condena al indulto otorgado por Trump al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado en EE.UU. en 2024 por narcotráfico y armas. Libre reclama su captura internacional, un gesto que apunta más al tablero político local que a una expectativa realista de reversión jurídica.
En paralelo, el país se prepara para movilizaciones masivas que podrían reconfigurar el mapa político hondureño. Con tres candidatos denunciando manipulación y un árbitro electoral cuestionado, el desenlace dependerá de tres factores:
- La capacidad del CNE de cerrar el escrutinio con legitimidad.
- La reacción de las Fuerzas Armadas, históricamente determinantes en coyunturas de alta tensión.
- La presión internacional, con EE.UU. dejando claro que reconoce el conteo oficial.

