TOKIO.— El Banco de Japón (BOJ) está cambiando su diagnóstico sobre la debilidad económica del país, atribuyéndola más a la escasez crónica de mano de obra que a una demanda estancada, lo que podría justificar mayores alzas en las tasas de interés de lo previsto inicialmente.
Desde fábricas hasta restaurantes y hoteles, las empresas japonesas enfrentan dificultades para operar a plena capacidad no por falta de clientes, sino por la falta de trabajadores.
Aunque el mercado laboral ajustado no es una novedad, la creciente preocupación del BOJ por el impacto en los salarios y la inflación sugiere que el banco central podría estar dispuesto a seguir subiendo las tasas, incluso si la actividad económica sigue siendo moderada.
«Mi visión es que la brecha de producción ya es positiva en la realidad y que la falta de capacidad de oferta está ejerciendo presión alcista sobre los precios», afirmó el jueves Naoki Tamura, un miembro de la junta con posturas más restrictivas.
Si bien en términos técnicos la brecha de producción de Japón sigue siendo ligeramente negativa, lo que sugiere una falta de dinamismo en la demanda, el BOJ está desafiando esa interpretación. Según un informe reciente, la reducción en la disponibilidad de trabajadores, incluidas mujeres y adultos mayores, está tensionando el mercado laboral, incluso en un contexto de crecimiento económico moderado.
En su informe de perspectivas de enero, el BOJ destacó que sectores intensivos en mano de obra, como la construcción y los servicios, enfrentan serias dificultades para encontrar empleados, lo que limita su actividad. Esta atención creciente a la inflación impulsada por salarios refuerza la posibilidad de un ciclo sostenido de aumentos de tasas.
El cambio de enfoque del BOJ indica que Japón podría estar dejando atrás sus 25 años de deflación y estancamiento económico, marcando una clara diferencia con la postura ultraexpansiva del exgobernador Haruhiko Kuroda. «El BOJ está cada vez más convencido de que los salarios y los precios de los servicios seguirán subiendo», afirmó Seisaku Kameda, ex economista jefe del banco central.
En la reunión de enero, algunos miembros de la junta ya debatieron la posibilidad de nuevas subidas de tasas tras llevarlas al 0,5%, preocupados por el impacto de la escasez laboral en la inflación. Incluso se mencionó el riesgo de «estanflación», donde coexisten alta inflación y bajo crecimiento.
Esta postura más agresiva del BOJ sugiere que los mercados estarán más atentos a su lenguaje sobre la inflación salarial que a sus evaluaciones sobre el consumo. «El banco central está cada vez más consciente de que las condiciones del mercado laboral pueden estar elevando los salarios y los precios más de lo que su estimación de la brecha de producción sugiere», señaló Ryutaro Kono, economista jefe de BNP Paribas en Japón.
Si bien la depreciación del yen ha sido un factor inicial en el alza de precios, el BOJ comienza a reconocer el riesgo de una inflación impulsada desde dentro, lo que refuerza la expectativa de una política monetaria más restrictiva en el futuro.