TOKIO.— El superávit en cuenta corriente de Japón se disparó a un nivel récord el año pasado, según datos del Ministerio de Finanzas publicados el lunes, impulsado por un yen más débil que aumentó los rendimientos de las inversiones en el extranjero, compensando con holgura el déficit comercial.
El superávit en cuenta corriente alcanzó los 29,3 billones de yenes (192.670 millones de dólares) en 2024, la cifra más alta desde que se dispone de datos comparables en 1985, y representó un aumento del 29,5% respecto al año anterior.
Los ingresos primarios procedentes de valores e inversiones directas en el extranjero siguieron siendo el principal motor del superávit, alcanzando un récord de 40,2 billones de yenes, a medida que las empresas japonesas buscan crecimiento fuera del país, incluyendo la adquisición de compañías extranjeras.
El déficit comercial se redujo en un 40%, hasta los 3,9 billones de yenes, gracias al sólido desempeño de las exportaciones de automóviles y equipos para la fabricación de semiconductores, así como a la caída de los costos de las importaciones energéticas.
El superávit por turismo aumentó a 5,9 billones de yenes, reflejando el auge del turismo receptivo.
En diciembre, el superávit en cuenta corriente de Japón se situó en 1,08 billones de yenes, por debajo de los 3,35 billones de yenes del mes anterior.
El superávit en cuenta corriente de Japón solía considerarse un reflejo de la fortaleza de sus exportaciones y un factor de confianza en el yen como activo refugio.
Sin embargo, su composición ha cambiado en la última década, ya que el comercio dejó de generar superávit debido al aumento en los costos de las importaciones energéticas y al crecimiento de la producción en el extranjero por parte de las empresas japonesas.
Japón ahora compensa el déficit comercial con el sólido superávit de ingresos primarios, que incluye pagos de intereses y dividendos de inversiones pasadas en el extranjero.
Sin embargo, la mayor parte de estos ingresos no se convierte en yenes ni se repatria, sino que se reinvierte en el exterior, lo que, según los analistas, podría estar contribuyendo a la debilidad de la moneda japonesa.
«No hay razón para repatriar los fondos, ya que las inversiones en el extranjero generan mayores rendimientos que las domésticas», señaló Takeshi Minami, economista jefe del Instituto de Investigación Norinchukin.
Japón enfrenta ahora presión por parte de Estados Unidos, su mayor destino de exportación, para reducir su superávit comercial anual de 68.500 millones de dólares, un reclamo que el presidente Donald Trump hizo durante la primera visita a la Casa Blanca del primer ministro Shigeru Ishiba el viernes.