NUEVA YORK — A tres años del lanzamiento de ChatGPT, que desató la euforia global por la inteligencia artificial, Wall Street empieza a preguntarse no si la IA cambiará el mundo, sino qué puede pinchar la burbuja que se está inflando a su alrededor.
Aunque el dinero sigue fluyendo hacia el sector, crecen las señales de escepticismo. Desde la reciente corrección de Nvidia, pasando por el desplome de Oracle tras advertir sobre un fuerte aumento del gasto en IA, hasta el deterioro del ánimo inversor en empresas ligadas a OpenAI, el mercado empieza a mirar más allá del entusiasmo.
De cara a 2026, el dilema es claro: reducir exposición antes de un posible estallido o redoblar la apuesta por una tecnología disruptiva.
“Estamos en la fase del ciclo donde hay que demostrar resultados”, dijo Jim Morrow, CEO de Callodine Capital Management. “La historia fue muy buena, pero ahora hay que ver si el retorno sobre la inversión justifica el esfuerzo”.
Las dudas giran en torno a los usos reales de la IA, el costo gigantesco de desarrollarla y si los consumidores estarán dispuestos a pagar por esos servicios. Las respuestas serán clave para el rumbo futuro del mercado accionario.
El rally de tres años del S&P 500, que sumó unos u$s 30 billones en capitalización, estuvo impulsado en gran medida por las grandes tecnológicas —Alphabet, Microsoft— y por compañías beneficiadas por la inversión en infraestructura de IA, como Nvidia, Broadcom y proveedores de energía. Si esas acciones dejan de subir, los índices podrían acompañar la corrección.
“Estas acciones no corrigen porque baja el crecimiento, sino cuando el crecimiento deja de acelerarse”, explicó Sameer Bhasin, de Value Point Capital.
Aun así, persisten argumentos a favor del optimismo. Las grandes tecnológicas cuentan con balances sólidos y prometen seguir invirtiendo, mientras que los desarrolladores continúan lanzando nuevos modelos. Pero el foco del mercado empieza a desplazarse hacia la sostenibilidad financiera del boom.
OpenAI, por ejemplo, planea invertir u$s 1,4 billones en los próximos años, pero genera ingresos muy por debajo de sus costos operativos. Según The Information, la compañía quemaría u$s 115.000 millones hasta 2029 antes de generar caja en 2030. Aunque este año recaudó u$s 40.000 millones —con SoftBank entre los inversores— y recibió promesas de inversión de hasta u$s 100.000 millones por parte de Nvidia, crecen los temores a un esquema de financiamiento circular dentro del ecosistema de IA.
Si los inversores empiezan a retirarse, el impacto se sentiría en cadena sobre empresas asociadas, como proveedores de servicios de cómputo. “Cuando billones de dólares están concentrados en pocos nombres y aparece la primera señal de problemas, todos salen al mismo tiempo”, advirtió Eric Clark, gestor del Rational Dynamic Brands Fund.
El riesgo también alcanza a compañías altamente endeudadas. Oracle financió la construcción de centros de datos con decenas de miles de millones de dólares en bonos. El uso intensivo de deuda añade presión, ya que los acreedores exigen pagos en efectivo. Tras reportar gastos de capital mucho mayores a lo esperado y un crecimiento débil en la nube, las acciones de Oracle se desplomaron y sus indicadores de riesgo crediticio alcanzaron el nivel más alto desde 2009.
Mientras tanto, Alphabet, Microsoft, Amazon y Meta proyectan gastar más de u$s 400.000 millones en capex en los próximos 12 meses, principalmente en data centers. Los ingresos vinculados a la IA crecen, pero aún están lejos de compensar esos costos.
Las estimaciones muestran que el crecimiento de ganancias del grupo de las “Siete Magníficas” se desaceleraría al 18% en 2026, el ritmo más bajo en cuatro años. A la vez, los gastos por depreciación se dispararon y podrían presionar recompras de acciones y dividendos. Según Bloomberg Intelligence, Meta y Microsoft tendrían flujo de caja libre negativo en 2026 tras devolver capital a los accionistas.
Más allá de los números, el mercado observa un cambio estratégico profundo: las grandes tecnológicas pasaron de modelos livianos en capital y altos flujos de caja a esquemas intensivos en inversión. “Si seguimos endeudándonos para construir con la esperanza de monetizar después, los múltiplos van a comprimirse”, advirtió Michael O’Rourke, de Jonestrading.
Pese a todo, las valuaciones aún están lejos de los excesos de la burbuja puntocom. El Nasdaq 100 cotiza a unas 26 veces ganancias proyectadas, muy por debajo de las más de 80 veces que alcanzó en el pico del boom tecnológico de comienzos de siglo. Pero en Wall Street, la pregunta ya no es si habrá ajuste, sino qué lo va a detonar.

