KIEV.—Ucrania marcó este martes 1,000 días desde la invasión a gran escala de Rusia, con tropas exhaustas combatiendo en numerosos frentes, la capital bajo el asedio constante de ataques con drones y misiles, y funcionarios preparándose para el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero.
En un impulso para el país agobiado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó el uso de misiles estadounidenses contra objetivos más profundos dentro de Rusia, lo que podría limitar las opciones del Kremlin para lanzar ataques y abastecer al frente.
Sin embargo, este cambio dramático en la política podría revertirse con el regreso de Trump a la presidencia en enero, y expertos militares advirtieron que, por sí solo, no será suficiente para cambiar el rumbo de una guerra que ya lleva 33 meses.
Miles de ciudadanos ucranianos han muerto, más de 6 millones viven como refugiados en el extranjero y la población ha disminuido en una cuarta parte desde que el líder del Kremlin, Vladimir Putin, ordenó la invasión por tierra, mar y aire, dando inicio al conflicto más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Las pérdidas militares han sido catastróficas, aunque permanecen como secretos celosamente guardados. Las estimaciones occidentales basadas en informes de inteligencia varían ampliamente, pero la mayoría coincide en que cientos de miles han muerto o resultado heridos en ambos bandos.
La tragedia ha tocado a familias en cada rincón de Ucrania, donde los funerales militares son frecuentes tanto en las grandes ciudades como en los pueblos más remotos. La población vive exhausta tras noches sin dormir, marcadas por sirenas de ataque aéreo y angustia constante.
Ahora, el regreso de Trump, quien ha prometido poner fin al conflicto rápidamente –aunque sin detallar cómo–, pone en duda el futuro de la ayuda militar de Estados Unidos, la unidad del frente occidental contra Putin y plantea la posibilidad de negociaciones para finalizar la guerra.