BUENOS AIRES.— La inflación en América Latina avanza con ritmos dispares en 2025. Mientras algunas economías consolidan la estabilidad de precios, otras siguen condicionadas por la debilidad del consumo interno, los desequilibrios fiscales y la incertidumbre política. Brasil y Argentina reflejan los dos extremos de la región, con México, Chile y Colombia mostrando señales de control sostenido.
En un contexto de tasas de interés elevadas y políticas monetarias restrictivas, los bancos centrales buscan equilibrar la estabilidad de precios con el crecimiento económico. Según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la región cerrará el año con una inflación promedio del 7,2%, aunque las diferencias entre países son marcadas.
Brasil: consumo y empleo sostienen la presión inflacionaria
Brasil registra una inflación interanual del 5,17%, por encima de la meta oficial del 4,5%. El fuerte consumo interno y un mercado laboral cercano al pleno empleo mantienen la presión sobre los precios, pese a la política monetaria restrictiva del Banco Central, que conserva la tasa de interés en 15%, el nivel más alto desde 2006.
En São Paulo, la cesta básica asciende a 842,26 reales (unos 157 dólares), equivalente al 60% del salario mínimo, lo que refleja el alto costo de vida. El país combina una economía dinámica con una inflación persistente que erosiona el poder adquisitivo.
Argentina: la inflación más baja desde 2018, pero persiste el escepticismo
Argentina logró en septiembre su menor inflación en siete años, con una tasa interanual del 31,8%. El Gobierno de Javier Milei considera que la desaceleración confirma el éxito del ajuste fiscal, aunque los analistas privados proyectan un cierre anual cercano al 29,8% y advierten sobre la fragilidad del proceso. Entre enero y septiembre, los precios acumularon un alza del 22%, y las previsiones oficiales apuntan a reducir la inflación al 10,1% en 2026. Los pronósticos privados, más cautelosos, la ubican alrededor del 18%.
México: estabilidad dentro del rango objetivo
México se consolida como una de las economías más estables de la región. La inflación anual fue del 3,76% en septiembre, dentro del rango meta del 3% fijado por el Banco de México. La entidad redujo la tasa de interés al 7,5%, su nivel más bajo desde 2022, en un escenario de estabilidad cambiaria y crecimiento moderado.
El índice de precios al consumidor subió apenas 0,23% mensual, reforzando la percepción de que el país ha logrado contener las presiones internas.
Chile y Colombia: moderación y vigilancia monetaria
En Chile, la inflación anual se ubica en 4,4%, dentro del rango previsto por el Banco Central, que prevé alcanzar la meta del 3% en 2026. La administración de Gabriel Boric ha mantenido una política fiscal prudente que combina estabilidad de precios con un crecimiento proyectado del 2,1% para este año.
Colombia, por su parte, registra una inflación del 5,18% y un repunte mensual del 0,32%. El Banco de la República mantiene la tasa de referencia en 9,25%, con la expectativa de cerrar el año en torno al 5%. El peso colombiano se mantiene estable por debajo de los 4.000 por dólar.
Venezuela y Bolivia: focos críticos de la región
Venezuela continúa entre las economías más golpeadas por la inflación, que alcanzará un estimado del 275% en 2025, pese al repunte del sector petrolero, que impulsa un crecimiento del PIB del 8,7% en el tercer trimestre. La pérdida de poder adquisitivo y la inestabilidad monetaria siguen afectando el consumo interno.
En Bolivia, la inflación acumulada entre enero y julio llegó al 16,9%, más del doble del 7,5% proyectado oficialmente. Las reservas internacionales se redujeron a 2.807 millones de dólares, lejos del récord de 15.122 millones alcanzado en 2014.
Panorama regional y perspectivas
El FMI prevé que la inflación promedio de América Latina se mantenga en torno al 7% este año, con tendencia a la baja hacia 2026. Sin embargo, los avances seguirán siendo desiguales, determinados por la solidez institucional y la coordinación entre política fiscal y monetaria.
México y Chile consolidan su estabilidad con credibilidad y disciplina macroeconómica, mientras que economías con fragilidades estructurales como Argentina y Venezuela enfrentan un proceso de ajuste más prolongado.
