WASHINGTON.- La embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, renunció a su puesto este martes. La embajadora ha sido uno de los nombres clave de la actual Administración norteamericana y se ha convertido en una eficiente ejecutora de las políticas aislacionistas del mandatario estadounidense desde su complicado papel en Naciones Unidas, a pesar de reconocer algunos desacuerdos políticos.
La renuncia de Haley como embajadora de Estados Unidos ante la ONU, que se hará efectiva al final de este año, añade más incertidumbre a la errática política internacional de Washington a menos de un mes de las elecciones legislativas. Con Haley se va un pilar al que acudía el mundo para interpretar las posturas del presidente Trump.
Las renuncias, despidos o una mezcla de ambos no son novedad en la administración de Donald Trump. Cerca de treinta salidas de altos cargos, incluidos media docena de miembros del Gabinete en menos de dos años de presidencia, han sacudido periódicamente la Administración Trump. Lo novedoso, la renuncia de Haley no estuvo envuelta en escándalos ni grandes polémicas.
La renuncia fue confirmada por el jefe de Estado quien aseguró que la embajadora “ha hecho un trabajo fantástico. Hemos hecho un trabajo fantástico juntos”, declaró el presidente desde el Despacho Oval a la prensa de ese país.
A sus 46 años, Haley justificó su renuncia a la gran “intensidad” profesional a la que se ha visto sometida en los últimos ocho años, no solo como embajadora ante la ONU, puesto que ocupó desde 2017, sino como gobernadora de Carolina del Sur.
Como embajadora ante la ONU, Haley ha apoyado los intentos de endurecer la presión de Washington respecto a Irán o Corea del Norte, al tiempo que mantuvo una actitud beligerante contra Rusia.