DAMASCO.- El número de muertos en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, se elevó a 15 luego de que las fuerzas del gobierno sirio lanzaran ataques aéreos en el área controlada por los rebeldes, informó el jueves la Defensa Civil de Siria.
Junto con los bombardeos de artillería, los aviones de guerra rusos atacaron el centro de Idlib y sus alrededores rurales con cuatro ataques aéreos el miércoles, lo que resultó en las bajas que incluyeron a ocho niños, dijo la Defensa Civil de Siria, también conocida como los Cascos Blancos.
Los ataques, que hirieron a 49 civiles, apuntaron al vecindario de al-Kaseeh, dañando edificios residenciales, según los Cascos Blancos, que agregaron que una operación de búsqueda y rescate estaba en marcha.
Los ataques aéreos del gobierno han matado al menos a 138 civiles este año.
Idlib es controlado en gran parte por Hay’et Tahrir al-Sham (HTS), un exafiliado de al-Qaeda, que el jueves prometió tomar represalias contra las fuerzas del gobierno sirio y sus aliados rusos.
Las fuerzas gubernamentales han intensificado los ataques contra el último bastión rebelde de Baghouz desde enero, a pesar de estar bajo las llamadas zonas de desescalada destinadas a apuntalar los ceses del fuego.
En septiembre pasado, Rusia y Turquía acordaron crear una zona desmilitarizada que detuvo una ofensiva en Idlib, que fue apodado «vertedero» para los evacuados que huyeron de las ofensivas del gobierno en otras partes del país.
La zona de 15 a 20 km de ancho acordada por Ankara y Moscú estaba destinada a permitir la «retirada de todos los combatientes radicales» de Idlib, declaró el presidente ruso Vladimir Putin en ese momento, refiriéndose a HTS, quienes siguen siendo la fuerza dominante en la provincia.
El último enclave controlado por los rebeldes en Siria alberga actualmente a casi tres millones de personas, la mitad de las cuales son desplazados internos, y encierra lo que una vez fue una importante carretera comercial que unía a Siria con Turquía y Jordania.
Los civiles se están preparando para una ofensiva que preocupa a los trabajadores humanitarios y podría llevar a millones de refugiados a la vecina Turquía, que ya alberga a más de tres millones de refugiados sirios.