Mujeres yihadistas siembran terror en campo de refugiados

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DAMASCO.- En un centro para refugiados en el norte de Siria hay más de 70.000 personas hacinadas, iraquíes, francesas, belgas y alemanas. Las mujeres han decidido atacar a los guardias “para imponer justicia”, alegando falta de atención médica y ayuda.

Guardias apuñalados, intentos de fuga, y la izada de una bandera negra del Estado Islámico son hechos que han estado sucediendo en ese lugar. Al Hol, el campo de refugiados en Siria, mujeres y niños vinculados a yihadistas manifiestan abiertamente su hostilidad hacia los kurdos que los vigilan.

Ante la prensa internacional, las mujeres denunciaron la falta de ayuda y la pésima atención médica. Tampoco titubearon en alabar al “califa” Abu Barr al Baghdadi, líder del Estado Islámico, afirmando en tono desafiante esperar sus órdenes.

Una mujer justificó las agresiones contra los guardias kurdos al asegurar que “son apuñalados porque imponen la injusticia”. La mujer acusa a los guardias de hacer “redadas nocturnas” en las carpas de las “hermanas”.

En marzo, las Fuerzas Armadas de Siria proclamaron la derrota del “califato”, tras conquistar lo que se consideraba como el último bastión del Estado Islámico en Baghuz, una pequeña aldea al este de Siria. Tras meses de intensos combates, miles de personas, incluyendo mujeres y niños de yihadistas, fueron evacuados y transferidos a Al Hol, controlado por Kurdos.

Unos 12.000 extranjeros, 4.000 mujeres y 8.000 niños, se encuentra en campos del noreste, según datos de las autoridades kurdas. “Vinimos al campo siguiendo órdenes de Baghdadi”, afirmó una de las mujeres quien también expresó su deseo de que “retorne el califato para instalarnos allí”.

Separadas entre iraquíes y sirias, las extranjeras y sus hijos viven en un perímetro vallado. Para ir al mercado, recibir ayudas o ir a consultas médicas deben ser escoltada por guardias kurdos. “Hay intentos de fuga, nos consideran enemigos”, reconoce Amur Alí, encargo de seguridad.

Los detenidos “siguen apegados a su ideología, representando siempre un peligro”, advirtió. “Para nosotros, vale más la muerte que esta vida y esta humillación”, agregó una de las mujeres sirias. “En Baghuz, era la prosperidad. Teníamos dinero, aquí ardemos en el infierno”.