BUENOS AIRES.- El presidente Javier Milei sufrió este miércoles otro duro fracaso en el Congreso, donde la Cámara de Diputados rechazó con una mayoría abrumadora sus vetos a las leyes de emergencia del Hospital Garrahan y de financiamiento de las universidades nacionales.
Con 181 votos contra 60 en el caso del Garrahan, y 174 contra 67 en la iniciativa universitaria, la oposición —desde Unión por la Patria y la UCR hasta bloques federales y algunos macristas— volvió a arrinconar al oficialismo.
Las dos normas ahora pasarán al Senado, donde la presión social y política anticipa un escenario adverso para la Casa Rosada. De ratificarse allí el rechazo, Milei deberá promulgar ambas leyes, un gesto que implicaría aceptar formalmente su derrota.
Desde la oposición, los mensajes fueron de triunfo político y de advertencia. Sergio Massa celebró la “fuerza del pronunciamiento” del Congreso y de la calle, mientras Martín Lousteau remarcó que “la educación y la salud pública son más fuertes que cualquier veto”.
Axel Kicillof, en la Marcha Federal Universitaria, fue más lejos: “El pueblo está de pie y volvió a decirle a Milei que las universidades no se venden, los hospitales no se desfinancian y los derechos no se negocian”.
El sindicalismo también se sumó a la celebración. Rodolfo Aguiar (ATE) afirmó que la caída de los vetos hace “tambalear” al Presidente, mientras Leopoldo Moreau (UxP) habló de un “triunfo de la sociedad” frente a lo que llamó “plan de entrega y miseria planificada”.
El golpe político ocurre en paralelo a un frente económico cada vez más frágil.
El Banco Central se vio forzado a intervenir en el mercado cambiario tras la primera prueba de la banda, vendiendo u$s 53 millones. Aunque el monto parece acotado, la señal fue clara: el esquema requiere defensa constante y la presión sobre las reservas se hace más visible.
Al mismo tiempo, los activos argentinos mantienen una dinámica negativa, sin reaccionar ni siquiera al recorte de tasas de la Reserva Federal.
Con la inflación mayorista de septiembre en 3,1% y una curva de pesos con caídas generalizadas, el Gobierno enfrenta una tormenta de doble frente: la política, que lo deja cada vez más aislado en el Congreso, y la económica, donde los mercados exigen definiciones. El interrogante es si Milei logrará sostener su programa de ajuste mientras pierde poder en las instituciones y en la calle.
Así, la combinación del rechazo parlamentario y la presión económica deja al Gobierno de Milei en una posición delicada. El fracaso en Diputados no solo implica que pierde control sobre la agenda legislativa, sino que además erosiona su autoridad en un tema sensible como salud y educación, donde la oposición logró capitalizar un fuerte apoyo social.
Esto consolida la idea de un Presidente aislado, con dificultades para tejer alianzas y transformar en leyes su programa de ajuste.
De cara a octubre, el riesgo para Milei es doble: hacia adentro, queda expuesto como un mandatario que gobierna más por decreto y veto que por consenso; hacia afuera, los mercados perciben debilidad institucional y menos capacidad para sostener su plan económico.
En ese escenario, cada derrota política se traduce en mayor desconfianza financiera, y cada tropiezo económico alimenta la resistencia en la calle y en el Congreso.
El Gobierno llega a las elecciones de octubre con una imagen de fragilidad política y un frente económico inestable, un combo que limita su margen de maniobra y abre espacio para que la oposición intente convertir la resistencia legislativa en capital electoral.

