PARÍS.— Una parte de los sindicatos de Francia, liderados por la Confederación General del Trabajo (CGT), organizan este martes una huelga “intersectorial” para reclamar mejoras salariales, lo que extiende las protestas que se prolongan desde finales de septiembre en varias refinerías.
Más allá de la energía, con muchas gasolineras sin carburante, los paros, que van acompañados de alrededor de 140 manifestaciones por todo el país, se van a dejar sentir también en el transporte público, en la educación y en la sanidad.
En el transporte por ferrocarril, los mayores problemas van a estar en los trenes de cercanías de París y en los regionales, ya que entre estos últimos solo circulan la mitad, según las previsiones de la compañía estatal SNCF.
Las centrales sindicales denuncian que el derecho de los trabajadores a hacer huelga peligra en Francia después de que el Gobierno de Emmanuel Macron forzara hace unos días a varios operarios que bloqueaban los depósitos de combustibles a trabajar para tratar de paliar la escasez de carburante.
No se espera que el país quede paralizado por esta huelga intersectorial, pero los franceses podrían vivir una jornada negra, sobre todo, en los transportes públicos y en las carreteras.
Esta jornada de huelga marca un punto claro de continuidad con la que se celebró el 29 de septiembre, que no tuvo un gran seguimiento, aunque desde entonces la situación ha empeorado de forma sostenible para el Gobierno de Emmanuel Macron.
En primer lugar, porque el enquistamiento durante todo este tiempo de la protesta ha dejado sin combustible a muchas refinerías (cerca de la tercera parte, de acuerdo con el Gobierno) y lo notan todos los ciudadanos que utilizan sus vehículos.
Además, la oposición de izquierdas ha puesto más presión con una manifestación que el domingo sacó a varias decenas de miles de personas a la calle para exigir medidas compensatorias por la pérdida de poder adquisitivo.