TEHERÁN.— La victoria de Masud Pezeshkian en las elecciones presidenciales de Irán podría ofrecer un alivio a las potencias occidentales en el sensible tema nuclear, aunque no será el único involucrado en un asunto que también genera divisiones en Teherán.
Pezeshkian, respaldado por varios expresidentes como el reformista Mohammad Jatami y el moderado Hasan Rohani, promovió durante su campaña una mayor cooperación entre Irán y los países occidentales. También abogó por «relaciones constructivas» con Estados Unidos y Europa, con el objetivo de «sacar a Irán de su aislamiento».
El presidente electo, de 69 años, destacó «que su enfoque es muy diferente al del ultraconservador Said Jalili», quien minimizó el impacto de las sanciones internacionales en la economía iraní, según Thierry Coville, experto en Irán del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París.
El acuerdo de 2015 sobre el programa nuclear iraní (JCPOA por sus siglas en inglés), establecido entre Irán, Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido, buscaba regular las actividades nucleares de Irán a cambio del levantamiento de sanciones internacionales. Sin embargo, colapsó tras la retirada de Estados Unidos decidida en 2018 por el entonces presidente Donald Trump.
Teherán insiste en que no pretende desarrollar un arma nuclear, pero continúa ampliando sus capacidades nucleares. Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Irán es el único país sin armas atómicas que enriquece uranio al 60%, cercano al nivel necesario para una bomba, y acumula cada vez más reservas.
Diplomáticos y expertos occidentales coinciden en que una victoria de Said Jalili habría agravado la situación. Diplomáticos europeos lo describieron como «un iluminado que daba discursos ideológicos» durante las negociaciones, representando así una postura intransigente.
El excanciller Ali Akbar Salehi, que apoyó a Pezeshkian durante la campaña, reveló al sitio de noticias Entekhab que, para concluir el JCPOA, tuvo que esquivar a Said Jalili, entonces secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, para evitar que obstaculizara las conversaciones.
¿Qué puede hacer ahora el nuevo presidente reformista? «Restaurar el acuerdo nuclear de 2015 ya no es una opción realista, puesto que las condiciones sobre el terreno han cambiado fundamentalmente», afirma Ali Vaez, del International Crisis Group. «Es posible que una solución duradera aún sea inalcanzable a corto plazo», añade. «El programa nuclear iraní está demasiado avanzado, las sanciones son muy estrictas, la confianza es mínima y las potencias mundiales ya no están en sintonía».
Sin embargo, Irán podría estar dispuesto a reanudar una diplomacia constructiva y alcanzar «una serie de acuerdos transaccionales que ayudarían a evitar una crisis», opina. Por el contrario, «el enfoque inflexible e ideológico de Jalili» habría puesto a Irán y Occidente «en una trayectoria de conflicto».
No obstante, otras figuras conservadoras y muy antioccidentales siguen teniendo influencia. El verdadero jefe de Estado iraní es el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei. Pezeshkian tendrá cierto margen de acción, pero es Jamenei quien determina la dirección.
«El guía siempre ha dicho que no quiere la bomba atómica, considerando que va contra el islam», señala Bernard Hourcade, del Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS). Pero en el contexto de la guerra de Gaza, Denis Bauchard, exdirector de África del Norte y Oriente Medio en la cancillería francesa, destaca el «cambio de lenguaje [en Irán] hacia una nueva doctrina nuclear» con vocación militar.
El nuevo presidente podría verse atrapado entre las dinámicas internas del aparato iraní y los movimientos externos, tanto en la región como a nivel internacional. Las elecciones estadounidenses de noviembre podrían llevar al regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, lo que probablemente endurecería nuevamente la postura de Washington.
Los iraníes saben que tendrán que negociar cualquier flexibilización de sanciones primero con Washington, por lo que la permanencia o no de los demócratas en el poder será un factor clave. Por su parte, los europeos tienen poco margen de maniobra. «Se quedaron un poco en fuera de juego cuando aceptaron las sanciones estadounidenses» contra Teherán, afirma Thierry Coville.