DAMASCO.- La guerra en Siria entra este domingo en su décimo año, con el gobierno del presidente Bashar al Asad consolidando su contrataque sobre un país destruido por la guerra, con una economía diezmada y bajo la intervención de potencias extranjeras con intereses divergentes.
Al menos 384.000 personas, incluidos más de 116.000 civiles, murieron en ese conflicto que comenzó en marzo de 2011 con la violenta y sangrienta represión de las protestas a favor de la democracia, de acuerdo con la información proporcionada por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH).
Geir Pedersen, emisario de la ONU para Siria, en vísperas del noveno aniversario de la guerra, lamentó la prolongación de un conflicto “horrible”, y lo calificó como la prueba tangible de “un fracaso colectivo de la diplomacia”.
Gracias a la intervención de Rusia e Irán y a los bombardeos devastadores, Al Asad reconquistó a partir de 2015 las regiones de las que se habían apoderado los insurgentes y ahora controla más del 70% del país.
No obstante, el panorama se complicó aún más con la presencia turca, que estuvo al borde de desencadenar un conflicto directo entre Siria y Ankara.
El principal frente de guerra hoy es la región de Idlib, el último gran bastión yihadista y rebelde en el noreste del país, escenario de una tregua precaria, tras meses de ofensiva de Damasco. En virtud del alto al fuego, desde este domingo habrá patrullas conjuntas de Rusia y Turquía, que apoya a los grupos rebeldes, en Idlib.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lamentó y rechazó “una década de combates que solo han traído ruinas y miseria”. “Los civiles están pagando un altísimo precio”, señaló a través de un tuit.
Y es que como resultado de la guerra, unos ocho millones de personas se encuentran en situación de inseguridad alimentara, es decir, pasan hambre, ya que carecen de acceso fiable y continuo a comida, una cifra que supone un 20% mas que hace un año. Además se estima que en ese país hay actualmente unos 500.000 niños con desnutrición crónica.
De igual manera, como ocurre en todas las guerras, el acceso a la salud se ha visto comprometido, más en este caso en que los centros de salud y hospitales son el blanco favorito por todas las partes allí enfrentadas.
La guerra ha destrozado la infraestructura del país, con daños estimados en unos 400.000 millones de dólares. Sin embargo, más allá de la reconstrucción, la Cruz Roja Internacional insiste en que “habrá que ayudar a la población a curar las secuelas físicas y psicológicas de tantos años de sufrimiento”.