WASHINGTON.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consiguió este lunes el aval del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a una propuesta de paz patrocinada por Washington para poner fin a la guerra en Gaza, que ya lleva casi dos años. Sin embargo, persisten las dudas sobre si Hamas aceptará el plan.
En una conferencia conjunta en la Casa Blanca tras reunirse con Netanyahu, Trump afirmó que estaban “más que muy cerca” de alcanzar el esquivo acuerdo de paz para el enclave palestino. Pero advirtió al grupo islamista Hamas que Israel contará con pleno respaldo de EE. UU. para tomar “las medidas que considere necesarias” si los milicianos rechazan la oferta.
La Casa Blanca difundió un documento de 20 puntos que contempla un alto el fuego inmediato, un intercambio de rehenes retenidos por Hamas por prisioneros palestinos en cárceles israelíes, una retirada gradual de las tropas israelíes de Gaza, el desarme de Hamas y la formación de un gobierno transitorio bajo liderazgo internacional.
Trump llegó al encuentro intentando disipar las reservas de Netanyahu sobre partes del plan. No estaba claro si ambas partes habían resuelto todas sus diferencias, incluidas las referidas a la posibilidad de un futuro Estado palestino —que Netanyahu rechaza tajantemente— y el rol de la Autoridad Palestina en la administración posguerra de Gaza.
Trump agradeció a Netanyahu “por aceptar el plan y confiar en que, si trabajamos juntos, podemos poner fin a la muerte y destrucción que hemos visto durante tantos años, décadas, incluso siglos”. Netanyahu, de pie junto al presidente, respondió: “Apoyo su plan para acabar con la guerra en Gaza, que cumple nuestros objetivos bélicos. Traerá de vuelta a todos nuestros rehenes, desmantelará las capacidades militares de Hamas, pondrá fin a su dominio político y garantizará que Gaza nunca más represente una amenaza para Israel”.
Aun así, el papel de Hamas sigue siendo decisivo. Su ausencia en las negociaciones y su reiterada negativa a desarmarse plantean dudas sobre la viabilidad del acuerdo. Según Israel, el grupo todavía mantiene a 48 rehenes, de los cuales 20 seguirían con vida tras el ataque del 7 de octubre de 2023.
Un funcionario de Hamas dijo a Reuters que el movimiento aún no recibió oficialmente el plan “más allá de lo publicado en los medios”. Sin embargo, luego trascendió que Qatar y Egipto compartieron el documento con Hamas, que prometió revisarlo “de buena fe” y responder a los mediadores.
La visita de Netanyahu a Washington —la cuarta desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en enero— se produce tras la decisión de varios líderes occidentales de reconocer formalmente al Estado palestino en la ONU, en desafío a Israel y EE. UU. Trump criticó duramente esa decisión, calificándola como “un premio para Hamas”.
El encuentro marcó un nuevo impulso diplomático de Trump, quien en la campaña presidencial de 2024 había prometido cerrar rápidamente el conflicto. Desde entonces ha asegurado en reiteradas ocasiones que la paz estaba cerca, aunque sin resultados concretos.
El plan estadounidense, elaborado por el enviado especial Steve Witkoff y el exasesor de la Casa Blanca Jared Kushner, contempla un alto el fuego seguido de la liberación en 72 horas de todos los rehenes restantes, a cambio de cientos de prisioneros palestinos, y la retirada gradual de las fuerzas israelíes. Incluye además un camino ambiguo hacia la creación de un Estado palestino condicionado a reformas en la Autoridad Palestina y a la reconstrucción de Gaza, sin dar mayores detalles.
El texto prevé una fuerza de estabilización internacional temporal para garantizar la seguridad, mientras Gaza sería administrada sin participación de Hamas y con un rol limitado de la Autoridad Palestina. Se formaría un comité tecnocrático palestino encargado de los servicios básicos, bajo supervisión de una “Junta de Paz” internacional presidida por Trump e integrada, entre otros, por el ex primer ministro británico Tony Blair.
Netanyahu elogió a Trump como “amigo de Israel”, aunque marcó distancia respecto a algunos puntos del plan, en especial las reformas exigidas a la Autoridad Palestina y las referencias al futuro Estado palestino.
Mientras tanto, el mandatario israelí enfrenta presión creciente de las familias de los rehenes y de una opinión pública agotada por la guerra, aunque también arriesga la caída de su coalición si los partidos de ultraderecha perciben que ha hecho demasiadas concesiones.
Según el Consejo de Relaciones Exteriores de EE. UU., el fin de la guerra podría estar más cerca, pero todavía queda trabajo por hacer: “Los qataríes deben presionar a Hamas y Netanyahu tiene que convencer a su gabinete de seguridad”, advirtió el analista Steven Cook.
Desde el ataque del 7 de octubre, en el que Hamas mató a unas 1.200 personas y secuestró a 251, más de 66.000 palestinos han muerto en la ofensiva israelí, según las autoridades sanitarias de Gaza. El conflicto ha dejado gran parte del enclave en ruinas y provocado una crisis humanitaria de enormes dimensiones.
