WASHINGTON.— Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, está elaborando una estrategia más confrontativa hacia América Latina que implica disposición a usar la fuerza militar contra los cárteles de la droga, dejando de lado el enfoque de la administración Biden, que privilegiaba incentivos en lugar de sanciones para alinear a los países con los intereses estadounidenses.
El New York Times informó que el presidente ordenó al Departamento de Defensa preparar opciones para actuar militarmente contra cárteles latinoamericanos. Un acuerdo de seguridad entre EE.UU. y México, que se espera firmar en las próximas semanas, facilitaría el monitoreo conjunto de organizaciones criminales y la coordinación fronteriza entre fuerzas de seguridad.
Sin embargo, funcionarios han aclarado que dicho acuerdo no otorgará base legal para una acción militar directa estadounidense en territorio mexicano. Una intervención así podría avivar el sentimiento antiestadounidense, ya exacerbado por la ola de aranceles de la administración Trump.
“Esto podría poner en entredicho el acuerdo de seguridad que se ha trabajado, el cual se basa en gran medida en la confianza”, señaló Victoria Dittmar, investigadora de Insight Crime especializada en México.
La Cancillería mexicana dijo el viernes por la noche que el acuerdo en negociación se fundamenta en colaboración y respeto a la soberanía.
“México no aceptaría la participación de fuerzas militares estadounidenses en nuestro territorio”, afirmó la dependencia en un comunicado, en línea con lo expresado horas antes por la presidenta Claudia Sheinbaum.
Trump, consultado el viernes en la Casa Blanca sobre la posibilidad de usar fuerza militar, dijo que pronto dará más detalles:
“En América Latina hay muchos cárteles, muchas drogas circulando. Queremos proteger nuestro país”.
Ese mismo día, el embajador de EE.UU. en México emitió un comunicado conciliador prometiendo cooperación bilateral —y no unilateral— para combatir el narcotráfico. El Pentágono declinó comentar.
Los planes emergentes contra los cárteles se suman a la presencia más agresiva que la administración Trump ya impulsa en una región profundamente integrada a la economía estadounidense, desde gasoductos transfronterizos hasta logística marítima.
El secretario de Estado Marco Rubio visitó Centroamérica en su primer viaje al exterior, buscando concesiones sobre uso militar estadounidense del Canal de Panamá. La Casa Blanca ha escalado sus roces verbales con el presidente colombiano Gustavo Petro y podría estar preparándose para “descertificar” sus esfuerzos antidrogas. También ha intensificado las acusaciones contra el mandatario venezolano Nicolás Maduro como capo del narcotráfico, duplicando esta semana la recompensa por información que lleve a su arresto, hasta 50 millones de dólares.
La política más dura ha generado reacciones dispares: en Ecuador, el gobierno proestadounidense impulsa un referéndum para permitir bases militares extranjeras, lo que abriría la puerta a reactivar el uso de una instalación en ese país.
“No habrá invasión”
En México, Sheinbaum respondió con firmeza a cualquier insinuación de un rol de combate estadounidense:
“Estados Unidos no va a venir a México con militares. Cooperamos, colaboramos, pero no habrá invasión. Eso está totalmente descartado”.
Para Dittmar, de Insight Crime, la premisa del acuerdo es precisamente que EE.UU. no intervendrá en México:
“Si eso se rompiera, se fracturaría la confianza y habría que replantear la estrategia conjunta”.
Reacciones más amplias
Expertos advierten que el enfoque de Trump podría provocar un rechazo regional, reavivando recuerdos de intervenciones de la Guerra Fría desde Guatemala hasta Chile.
“Esto fortalecerá a regímenes autoritarios como los de Venezuela o Nicaragua, y el sentimiento antiestadounidense en México, Guatemala e incluso Colombia”, dijo Jorge Restrepo, director de CERAC en Bogotá.
James Bosworth, de la consultora Hxagon, alertó que intereses de EE.UU. en la región podrían volverse blancos fáciles, dado que los cárteles pueden golpear en territorio estadounidense “de una forma con la que Al Qaeda solo podía soñar”.
Si bien Venezuela, Colombia y Honduras podrían ser objetivo, Bosworth subrayó que México es el más vulnerable, especialmente porque Trump está mucho más enfocado en el fentanilo que en la cocaína. Combatir ese opioide, originario de China y responsable de decenas de miles de muertes en EE.UU., fue una promesa clave de su campaña de 2024.
Narrativa de asedio
Analistas señalan que Venezuela podría evitar intervención por los intereses petroleros de EE.UU. y el temor a interrumpir flujos migratorios de retorno.
“Trump busca proyectar fuerza, pero sabe que cualquier acción militar en Venezuela iría contra los intereses de EE.UU.”, dijo Geoff Ramsey, del Atlantic Council.
La postura de Washington alimenta el discurso de asedio de Caracas: las Fuerzas Armadas venezolanas prometieron “neutralizar cualquier acción que amenace la estabilidad y la paz”, mientras el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, negó la existencia de bandas criminales en el país.
Ramsey advirtió que una acción militar en Venezuela “podría desestabilizar no solo al país, sino a la región entera”.
