EUROPA.- La entrada en vigor el jueves de la Ley Helms-Burton en Estados Unidos, que permite acciones judiciales contra empresas extranjeras que explotan bienes en Cuba, amenaza los intereses de la Unión Europea y varios de sus países, con España en la cabeza.
El bloque europeo, que invirtió en 2017 unos 500 millones de euros en la isla, considera que la aplicación de esta ley de 1996 “contraviene el derecho internacional y recurrirá a todas las medidas adecuadas para abordar las consecuencias de la aplicación de la Ley Helms Burton, incluidos sus derechos en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el uso del estatuto del bloqueo de la UE”, indicó durante la semana la jefa de la diplomacia europea Federica Mogherini.
La Unión Europea recuerda en una ficha técnica que es “el mayor inversor extranjero en Cuba sobre todo en los sectores de turismo, construcción, industrias livianas y agrícolas”.
Según el ministerio de Asuntos Extranjeros de España, ese país es el “principal inversor en una amplia de sectores” en la isla.
Si bien, las autoridades cubanas no ofrecen detalles sobre los inversores precisamente para protegerlos de las sanciones de Washington, el gobierno español cifra en base de datos oficiosos la existencia de 37 empresas españolas en Cuba, además de otras 8 mixtas en la zona especial de Mariel, para una inversión de aproximadamente 371 millones de euros en 2016.
Pedro Sánchez, presidente de España, se convirtió en el primer jefe de gobierno español en visitar oficialmente la isla en 32 años, rechazó el 17 de abril la medida de la administración de Donald Trump.
A través de un comunicado aseguró que “deteriora las relaciones bilaterales entre países aliados, además de perjudicar seriamente el bienestar de la población cubana”.
Asimismo, las exportaciones de Italia a Cuba alcanzaron los 388 millones de dólares (345 millones de euros) en 2017, según la oficina nacional de estadísticas cubanas, convirtiéndolo en el segundo proveedor europeo. Italia suministra la isla principalmente máquinas industriales y aparatos eléctricos, electrónicos y médicos.
Francia también juega un papel fundamental en Cuba con una treintena de empresas instaladas en la isla. Entre ellas destaca el número dos mundial de bebidas espirituosas Pernod-Ricard poseedor de los derechos del ron cubano comercializado bajo la marca Havana Club e inmerso en una batalla jurídica con el estadounidense Bacardi por la venta del “verdadero ron de Cuba”.
El gigante de la construcción Bouygues y la Sociedad Aéroports de Paris se encargan de la ampliación, modernización y gestión del aeropuerto de La Habana.
De igual manera, Alemania, que reconoce tener inversiones “débiles” en Cuba, tiene escasa presencia empresarial en la isla, destacando la energética Eff Management, MTU Friedrichshafen, que construye centrales para producir electricidad con diésel, y la transportista MAN.
“Alemania es, junto a China y cada vez más Japón, el mayor proveedor de material médico a Cuba”, según la agencia alemana para la inversión extranjera GTAI.
Fuera de la Unión Europea, Canadá tiene inversiones fuertes en Cuba, en sectores de energía, petróleo, gas y turismo, pero destacando la minería, al punto que la empresa Sherritt Mining es la principal inversora privada de la isla.