MONTEVIDEO.- Por muchos años Uruguay fue un remanso de tranquilidad en América del Sur, pero la ola de violencia que lo sacude durante los últimos años fue de tal magnitud que, para algunos analistas y organismos internacionales el país atraviesa una “epidemia” de homicidios.
El país charrúa tuvo un aumento de 45,8% en los homicidios durante 2018, lo que elevó su tasa a 11,8 muertos por cada 100.000 habitantes, y si bien ésta no es comparable a la de las naciones más violentas del continente, sí es un registro inédito para ese país, que además rebasa el de la mayoría de naciones de América Latina.
Además, más allá de los datos y números, en la vida cotidiana las noticias violentas se tornaron habituales: lo que antes conmovía hoy es rutina.
La situación está provocando reacciones en los uruguayos que exigen un cambio drástico. En menos de un año, 407.000 personas firmaron una petición para convocar un plebiscito que incorpore la cadena perpetua al código penal para casos de violación y asesinato de menores, sicarios y asesinos múltiples.
La iniciativa también propone otorgar participación a 2.000 militares en la seguridad pública, eliminar las libertades anticipadas para delitos graves y permitir los allanamientos nocturnos si un juez así lo autoriza.
Para convocar a un plebiscito se requiere que firme el 10% del padrón, cifra sobrepasada por quienes promueven estas medidas, con casi una sexta parte del electorado.
El alto número de voluntades reunidas es aún más significativo al considerar que la campaña fue impulsada en solitario por el senador Jorge Larrañaga, en minoría desde el Partido Nacional detractor del gobierno de Tabaré Vásquez.
Según cifras oficiales, en 2018 hubo 414 homicidios, un récord que impactó en la opinión pública de un país con aproximadamente 3,5 millones de habitantes. Las muertes violentas habían sido 284 en 2017 y ya venían en franco ascenso.
Sin embargo, el registro de Uruguay es bajo frente a países como México, Brasil, El Salvador, o inclusive Colombia, pero ya duplica el de Argentina, triplica el de Chile y muchos creen que continuará empeorando.