SANTIAGO.— El informe más reciente, emitido el lunes, confirmó un total de 123 fallecidos, de los cuales únicamente 33 han sido identificados, según un comunicado del Servicio Médico Legal (SML). Se encuentran en proceso de autopsia otros 79 cuerpos.
Las labores de recuperación de cuerpos se ven obstaculizadas, no solo por la proximidad de focos de fuego hasta el domingo, sino también por la presencia de estructuras residenciales y vehículos carbonizados.
La alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, informó que hay 190 personas desaparecidas en la ciudad, con 20.000 residentes afectados. Ante la difícil situación, se ha reinstaurado un toque de queda nocturno para facilitar las actividades de los forenses, la remoción de escombros y la restauración de servicios públicos.
Aunque no se disponen de cifras exactas sobre la pérdida de viviendas, el subsecretario del Ministerio del Interior, Manuel Monsalve, indicó que casi 15.000 hogares resultaron dañados.
En los cerros de Viña del Mar, en la región de Valparaíso, la población lucha por recuperarse de uno de los incendios forestales más mortíferos del siglo XXI, con el trágico saldo actualizado el lunes de 123 muertos y más de un centenar de desaparecidos.
Los incendios del viernes dejaron a los residentes de Quilpué y Villa Independencia sin suministro eléctrico y agua, sumidos en una densa nube de humo. Hugo de Filippi, un mecánico de 34 años, expresó su dolor por la pérdida de amigos y vecinos. En medio de este panorama desolador, la solidaridad se manifestó con vecinos y estudiantes limpiando calles bloqueadas por escombros carbonizados y aún impregnadas de humo.
En Viña del Mar, la comunidad se movilizó durante el día llevando agua, ropa y alimentos a las zonas más afectadas por las llamas. Familias y grupos de amigos se unieron para realizar brigadas de limpieza con palas y escobas en los cerros. Mientras tanto, el prestigioso Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar suspendió su gala inaugural, pero se esforzará por mantener el resto de las actividades, siempre que las autoridades lo permitan.
El aumento de voluntarios, personas dispuestas a ayudar a las familias y asistir a las mascotas, ha contribuido a empeorar el tráfico. Bomberos y equipos oficiales trabajan incansablemente en la búsqueda de víctimas en las áreas afectadas.
En pleno verano austral, las playas de la zona han visto la desactivación de gran parte de sus hoteles debido a la catástrofe, dejando colinas con viviendas quemadas y vías estrechas congestionadas por vehículos cuyo estatus, estacionados u ocupados por evacuados, aún se desconoce.