RIAD.— La gran peregrinación anual de los musulmanes empieza este viernes en la ciudad saudita de La Meca, con la guerra en Gaza en el pensamiento de muchos de los más de millón y medio de asistentes.
La peregrinación, o hach, empieza con el rito del «tawaf», que consiste en dar vueltas alrededor de la Kaaba, la estructura cúbica negra hacia la que rezan los musulmanes de todo el mundo, situada en el corazón de la Gran Mezquita.
Después se dirigirán hacia Mina, un valle rodeado de rocosas montañas a varios kilómetros de La Meca, donde pasarán la noche en tiendas climatizadas.
Con la guerra entre Israel y el movimiento islamista Hamás en marcha en la Franja de Gaza, muchos peregrinos dicen rezar por los habitantes del territorio palestino, bombardeado y asediado desde hace más de ocho meses.
La guerra estalló el 7 de octubre con un ataque sin precedentes de Hamás contra Israel, que mató a 1.194 personas, según un balance de la AFP con base en datos israelíes.
En represalia, Israel lanzó una ofensiva militar de gran envergadura contra Gaza que ha dejado más de 37.200 muertos, según el Ministerio de Sanidad del gobierno de Gaza, dirigido por Hamás.
En la ciudad más santa del islam, la marroquí Zahra Benizahra, de 78 años, no puede contener las lágrimas al hablar de las «imágenes de la guerra, los desplazados, los niños muertos».
«Nuestros hermanos están muriendo, lo vemos con nuestros propios ojos», afirma esta peregrina.
Llegada de Indonesia, el país con un mayor número de musulmanes, Belinda Elham se muestra también desolada por el conflicto. «Cuando nuestros hermanos sufren, nosotros sufrimos», dice la mujer de 43 años.
La monarquía saudita anunció esta semana que se iba a hacer cargo de la peregrinación de 1.000 familiares de las víctimas de la guerra en Gaza, llevando hasta 2.000 el número de palestinos que se benefician de esta iniciativa.
Pero también advirtió, a través del ministro encargado del hach, Tawfiq al-Rabiah, que no permitirá ninguna manifestación política en la peregrinación, consagrada estrictamente al rezo.
El hach, consistente en una serie de ritos durante varios días en La Meca y sus alrededores, es uno de los cinco pilares del islam. Si disponen de los medios, todos los musulmanes deben participar en él al menos una vez en su vida.
Algunos a veces esperan años para tener la oportunidad de emprender el viaje, dado que Arabia Saudita distribuye los permisos con un sistema de cuotas por países.
Nonaartina Hajipaoli se siente privilegiada de formar parte del millar de peregrinos llegados del sultanato de Brunéi. «No tengo palabras, no puedo describir lo que siento«, dice la mujer de 50 años.
La organización del hach es una fuente de legitimidad para Arabia Saudita, cuyo soberano ostenta el título de «guardián de las dos santas mezquitas» en La Meca y Medina.
Pero también representa un importante desafío logístico para el reino que recibió en 2023 más de 1,8 millones de peregrinos, el 90% del extranjero.
Después de catástrofes como la ocurrida en 2015, cuando 2.300 personas murieron en una estampida, las autoridades han mejorado los sistemas de gestión de multitudes y están ampliando la Gran Mezquita, una obra que debe de terminarse en 2025.
También han tomado numerosas medidas para ayudar a los peregrinos a aguantar el calor de este país desértico, que en los próximos días puede llegar a los 48 ºC.
Con estas temperaturas, los ritos en el exterior, como el día de plegaria el sábado en el monte Arafat, son difíciles de aguantar.
Según el portavoz del Ministerio de Sanidad saudita, Mohammed al-Abdulali, el año pasado tuvieron que atender a más de 10.000 peregrinos con enfermedades vinculadas al calor.