CIUDAD DE MÉXICO.- Migrantes, comercio, delincuencia, el muro fronterizo, son solo algunos de los desafíos que enfrenta la moderna relación entre Estados Unidos y México, en un momento crítico para ambas naciones.
Con un nuevo presidente preparándose para asumir el poder este fin de semana en México y el gobierno de Donald Trump adentrándose en su tercer año, los países vecinos se mueven entre la crisis y la oportunidad en cada uno de los frentes. Aunque la disputa comercial que Washington avivó parece solucionarse, los otros asuntos parecen abiertos y podrían ser focos de conflicto para ambos.
Andrés Manuel López Obrador asumirá el cargo el sábado, apenas un día después de que los dos países y Canadá firmen el acuerdo que sustituirá el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que Trump vilipendió en la campaña electoral de 2016 y que se había comprometido a cancelar.
Sin embargo, Washington aún debe nominar a un nuevo embajador para México, un puesto que está vacío desde mayo. Y la aparente buena voluntad personal y los avances positivos en comercio no pueden ocultar tensiones más profundas como inmigración, y el narcotráfico, las demandas de Trump para que México pague por un muro fronterizo y el despliegue de tropas en ladronera unido a la constante amenaza de cerrar todos los pasos. Además, de la constante denigración de Trump hacia los mexicanos, diciendo repetidamente que el país envía “delincuentes” y “violadores” a Estados Unidos.
Obrador está intentando salvar las apariencias tras aceptar que México acogería a los migrantes que buscan asilo en Estados Unidos a cambio de una gran contribución estadounidense a la creación de empleo en Centroamérica y México para que la gente se vea menos inclinada a marcharse.
La maniobra parece indicar que el equipo de López Obrador aceptó tácitamente el deseo de Washington de que los solicitantes de asilo se quedan en México mientras se evalúan sus peticiones, a cambio de la ayuda.
Para algunos analistas, este es una acto de equilibrio en el que el próximo gobernante preserva la dignidad de México y a su vez evita enojar a su homólogo estadounidense.