MINSK.—El líder bielorruso, Alexandr Lukashenko, fue reelegido este domingo para un histórico séptimo mandato presidencial, consolidando su dominio político en un proceso electoral marcado por acusaciones de fraude por parte de la oposición en el exilio y el rechazo de las cancillerías occidentales.
Con el 86,82 % de los votos, según los resultados oficiales preliminares, Lukashenko, quien gobierna Bielorrusia desde 1994, aseguró su permanencia en el poder hasta 2030. Este resultado lo alinea con su principal aliado, el presidente ruso Vladímir Putin, quien también fue reelegido en marzo de 2024 con un respaldo similar.
Ígor Karpenko, presidente de la Comisión Electoral Central (CEC), declaró durante una rueda de prensa en Minsk: «Pueden felicitar a la República de Bielorrusia, hemos elegido presidente». Sin embargo, la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya, exiliada en Varsovia, denunció que «todos los intentos de legitimar el régimen de Lukashenko han fracasado».
Un voto bajo sospecha
Las elecciones se celebraron en un clima de represión política, con la mayoría de los opositores encarcelados o en el exilio. Además, cientos de miles de bielorrusos en el extranjero no pudieron votar, ya que Minsk decidió no habilitar colegios electorales fuera del país.
La oposición ha denunciado que el voto anticipado, en el que participó la mitad del electorado entre el martes y el sábado, fue utilizado como una herramienta para manipular los resultados. Los otros cuatro candidatos, descritos por el jefe del gobierno en el exilio, Pável Latushko, como «candidatos del KGB», no superaron el 4 % de los votos.
El tercer lugar lo ocupó el comunista Serguéi Sirankov, con un 3,21 % de los votos, seguido por Oleg Gaidukévich (2,02 %), la abogada Anna Kanopátskaya (1,86 %) y el republicano Alexandr Jizhniak (1,74 %). Kanopátskaya, la única candidata que criticó abiertamente a Lukashenko, aseguró en declaraciones a EFE que el modelo autoritario del líder bielorruso está agotado y que es hora de reformar el sistema político y económico del país.
Lukashenko y Occidente: ¿Diálogo o confrontación?
A pesar de las críticas internacionales, Lukashenko se mostró indiferente ante la falta de reconocimiento de los resultados por parte de Estados Unidos y Europa. «Nosotros siempre estamos dispuestos, pero ustedes (los occidentales) no quieren. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Inclinar la cabeza o arrastrarnos?», declaró durante una extensa rueda de prensa que duró más de cuatro horas.
Sin embargo, el líder bielorruso descartó cualquier diálogo con la oposición democrática, el indulto a presos políticos que no pidan perdón y el retorno libre de los exiliados, quienes tendrían que someterse a la Fiscalía.
En cuanto a la política de defensa, Lukashenko anunció la próxima llegada de misiles balísticos hipersónicos rusos Oréshnik, en respuesta a los planes de Estados Unidos de desplegar misiles de medio alcance en Europa. Además, reiteró que Bielorrusia no renunciará a las armas nucleares tácticas desplegadas por Rusia tras el inicio de la guerra en Ucrania. «Nadie combate con un país que tiene paraguas nuclear», afirmó.
Aunque Lukashenko bromeó sobre su longevidad en el poder, aseguró que no es «eterno» y que ha pensado en su sucesor. Sin embargo, descartó que pueda ser una mujer, afirmando categóricamente: «Una mujer no puede ser un dictador». También negó que su hijo Kolia, de 20 años y estudiante en China, sea su posible reemplazo.
Durante la rueda de prensa, Lukashenko preguntó directamente a su hijo: «Kolia, ¿quieres ser presidente?», a lo que el joven respondió con un lacónico «No».
El líder bielorruso también abordó su papel en la guerra en Ucrania, rechazando las acusaciones de complicidad. «Nunca quise esta guerra. Hice todo lo posible para frenarla. No me arrepiento de nada. Yo no estoy combatiendo. Y tampoco involucré a mi país en la guerra. Solo ayudo a Rusia», declaró.
Aunque Lukashenko expresó su esperanza de ver «una luz al final del túnel» para el conflicto este año, admitió que las posibilidades de una solución definitiva están «al 50 por ciento».
Con este séptimo mandato, Lukashenko consolida su posición como uno de los líderes más longevos de Europa, pero su régimen sigue enfrentando desafíos tanto internos como internacionales, en un contexto de creciente aislamiento y tensiones geopolíticas.