CIUDAD DE MÉXICO.— Una caravana compuesta por más de 1.000 migrantes partió este domingo desde el sur de México con rumbo al norte, desafiando las estrictas medidas implementadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para frenar la inmigración irregular.
El grupo, conformado principalmente por personas de países latinoamericanos, busca llegar a la frontera con Estados Unidos, a pesar de que el gobierno estadounidense canceló recientemente el programa CBP One, una aplicación móvil que permitía a los solicitantes de asilo agendar citas antes de acercarse a la frontera.
«Tenemos la esperanza de que nos permitan ingresar a Estados Unidos. Vamos a llegar hasta la frontera y exigir una respuesta», declaró Aníbal José Arvelo, un migrante venezolano de 37 años.
La decisión de unirse a la caravana responde a diversas razones. Para algunos, como Omar Ávila, también venezolano de 25 años, la falta de oportunidades laborales en Tapachula, una ciudad mexicana cercana a la frontera con Guatemala, los impulsó a continuar su viaje. «La situación aquí es muy difícil, no hay trabajo», explicó Ávila, quien abandonó su país siguiendo a su exesposa.
La travesía de Ávila está marcada por la tragedia: su exesposa y sus dos hijos emprendieron el viaje hacia Estados Unidos, pero solo llegaron a Chicago con uno de los niños. La hija menor falleció al ser arrastrada por la corriente de un río en la peligrosa selva del Darién, entre Colombia y Panamá.
Otros migrantes, como Gerardo Yépez, de 37 años, consideran probar suerte en Ciudad de México o incluso evaluar la posibilidad de regresar a Venezuela. «Estoy pensando en ver cómo puedo volver a mi país», comentó Yépez.
Medidas migratorias más duras
La caravana se mueve en un contexto de políticas migratorias cada vez más restrictivas. En su primera semana en el cargo, Trump implementó una serie de medidas para combatir la inmigración irregular, incluyendo deportaciones masivas, el despliegue de tropas en la frontera sur y el arresto de más de 500 personas en situación migratoria irregular, según informó la Casa Blanca.
Además, el gobierno estadounidense reactivó el programa «Quédate en México», que obliga a los solicitantes de asilo a esperar la resolución de sus casos del lado mexicano de la frontera, un plan que ha sido criticado por organizaciones de derechos humanos debido a las condiciones precarias que enfrentan los migrantes.
Respuesta de México
Por su parte, la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha planteado la posibilidad de regularizar la situación migratoria de los extranjeros en el país o facilitar su repatriación voluntaria. «Estamos evaluando opciones para ofrecer soluciones a quienes deseen regularizarse o regresar a sus países de origen», señaló Sheinbaum.
Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes para detener el flujo de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, muchos de los cuales huyen de la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en sus países de origen.
Un camino lleno de riesgos
La caravana enfrenta numerosos desafíos en su trayecto, incluyendo la peligrosa ruta a través de México, donde los migrantes son vulnerables a la explotación, el crimen organizado y las condiciones climáticas extremas. A pesar de estos riesgos, muchos consideran que el viaje vale la pena con tal de alcanzar una vida mejor.
Mientras tanto, las políticas migratorias de Trump continúan generando controversia y debate, tanto en Estados Unidos como en los países de origen y tránsito de los migrantes. La caravana que avanza hacia el norte es un recordatorio de la complejidad y urgencia de abordar la crisis migratoria desde una perspectiva humanitaria y coordinada.