BAKU.— Se advirtió a los negociadores el jueves que pagar ahora para ayudar a los países más pobres a enfrentar el cambio climático podría ser más barato que pagar más tarde. Expertos señalaron que los países en desarrollo necesitan al menos un billón de dólares al año para finales de la década, a fin de transitar hacia fuentes de energía más limpias y protegerse de fenómenos meteorológicos extremos.
El financiamiento es uno de los puntos clave en las conversaciones de la COP29 en Azerbaiyán, donde el éxito de la cumbre se medirá por si los países logran establecer un nuevo objetivo sobre los fondos que los países más ricos, las entidades de crédito para el desarrollo y el sector privado deben aportar cada año para apoyar la acción climática en los países en desarrollo.
El objetivo previo de 100.000 millones de dólares anuales, que vence en 2025, se cumplió con un retraso de dos años, alcanzando la meta en 2022, aunque la mayoría de estos fondos fueron otorgados como préstamos en lugar de subvenciones, algo que los países receptores consideran necesario cambiar.
Según un informe del Grupo Independiente de Expertos de Alto Nivel sobre la Financiación de la Lucha contra el Cambio Climático, la cantidad requerida debería aumentar a 1,3 billones de dólares anuales en 2035, o más, si los países se demoran. «Cualquier déficit de inversión antes de 2030 aumentará la presión en los años posteriores y creará un camino más difícil y costoso hacia la estabilidad climática», advierte el informe.
En paralelo, los negociadores continúan trabajando en los borradores de un acuerdo, pero hasta el momento los documentos iniciales publicados por la ONU reflejan una amplia variedad de puntos de vista, lo que dificulta prever el resultado de las conversaciones.
Es probable que cualquier acuerdo sea difícil de lograr, debido a la reticencia de muchos países occidentales, que están obligados a contribuir más desde el Acuerdo de París de 2015, a menos que países como China se sumen. Además, la probable retirada de Estados Unidos del acuerdo de financiación, bajo la presidencia de Donald Trump, ha aumentado la presión sobre los delegados para encontrar nuevas fuentes de financiamiento.
Entre las opciones consideradas se encuentran los bancos multilaterales de desarrollo, como el Banco Mundial, respaldados por los países más ricos y en proceso de reforma para incrementar sus préstamos. Diez de los bancos más importantes ya han anunciado planes para aumentar su financiamiento climático en un 60%, alcanzando los 120.000 millones de dólares anuales para 2030, con al menos 65.000 millones provenientes del sector privado. También se ha discutido la posibilidad de gravar sectores contaminantes, como la aviación, los combustibles fósiles, el transporte marítimo y las transacciones financieras, pero es poco probable que se logre un acuerdo en este punto en la cumbre.
En cuanto a la política, ya se han registrado tensiones diplomáticas durante la conferencia. La ministra francesa del clima, Agnès Pannier-Runacher, canceló su viaje a la COP29 después de que el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, acusara a Francia de cometer «crímenes» en sus territorios de ultramar en el Caribe.
Las relaciones entre Francia y Azerbaiyán han sido históricamente tensas debido al apoyo de París a Armenia. Durante su discurso inaugural, Aliyev también acusó a Estados Unidos y la UE de hipocresía por criticar a otros países sobre el cambio climático mientras siguen siendo grandes consumidores de combustibles fósiles. Además, el Gobierno de Argentina retiró a sus negociadores de las conversaciones, aunque no se ha especificado el motivo. El presidente de Argentina, Javier Milei, ha calificado previamente el calentamiento global de engaño.