BRASILIA.— Cuando Luiz Inácio Lula da Silva y Donald Trump finalmente hablaron este lunes para limar asperezas, el hombre en el centro de su disputa de meses —Jair Bolsonaro— ni siquiera fue mencionado.
En una publicación en redes sociales, Trump calificó la charla como “muy buena”, pero no mencionó al expresidente brasileño, cuyo juicio por intento de golpe de Estado llevó al líder estadounidense a imponer aranceles del 50% sobre numerosos productos brasileños a comienzos de año.
Aunque Lula pidió a Trump levantar esos aranceles y las restricciones estadounidenses sobre altos funcionarios brasileños, ni Bolsonaro ni su condena de septiembre fueron mencionados durante los 30 minutos de conversación, según una persona presente en la llamada.
Si la comunicación telefónica ya insinuaba un deshielo en las relaciones entre Brasil y Estados Unidos, el repentino desplazamiento de Bolsonaro del centro del debate fue una señal aún más clara de que el impulso se inclina firmemente a favor de Lula. El líder de izquierda ha visto crecer su popularidad en medio de su disputa con Trump.
Las declaraciones optimistas tras la llamada causaron desazón entre algunos aliados de Bolsonaro, según una fuente cercana a la influyente familia conservadora. Aun así, funcionarios brasileños evitaron declararse vencedores prematuramente. Pero en el entorno de Lula interpretaron la ausencia total de Bolsonaro en la conversación como una señal de que Trump estaría dispuesto a pasar página, dijeron otras dos fuentes del gobierno. Ese giro desplazaría el foco de las diferencias políticas irreconciliables hacia temas económicos con margen para negociar.
Un acercamiento de ese tipo eliminaría el principal obstáculo para las conversaciones comerciales entre ambos países —ya que Trump impuso los aranceles en represalia por el juicio a Bolsonaro— y permitiría a Lula desplegar su conocida ofensiva de encanto, la misma que líderes como la mexicana Claudia Sheinbaum han usado para ganar terreno con Trump. Lula, de 79 años, ha cultivado durante décadas la imagen de un político carismático capaz de congeniar tanto con George W. Bush como con Emmanuel Macron, pese a sus diferencias ideológicas o de política pública.
Trump, famoso por su susceptibilidad a la adulación, podría ser receptivo. Y aunque Lula no es del tipo que se somete a los caprichos de otros líderes, no duda en recurrir a halagos cuando sirven a sus objetivos. Durante la llamada, Lula recordó que Brasil mantiene un déficit comercial con Estados Unidos, parte de su argumento de que la relación bilateral encarna el tipo de comercio que Trump dice querer con todos los países.
El presidente brasileño también presentó la conversación como una oportunidad para “reiniciar” la alianza de 200 años entre las dos mayores democracias del hemisferio occidental, en un tono similar al usado por el primer ministro británico Keir Starmer al hablar del vínculo Reino Unido–EE. UU. durante la visita de Trump el mes pasado.
El diálogo buscó dar continuidad al breve encuentro que ambos mantuvieron hace dos semanas durante la Asamblea General de la ONU, del que Trump salió destacando la “excelente química” entre ambos. Según un comunicado del gobierno brasileño, en la llamada ambos líderes “reiteraron la impresión positiva” que se llevaron de esa interacción.
Aún es pronto para saber si el intento de Lula funcionará, pero los canales de comunicación de alto nivel se reactivaron: el secretario de Estado, Marco Rubio, encabezará las negociaciones con el ministro de Finanzas brasileño Fernando Haddad, el vicepresidente Geraldo Alckmin y otros funcionarios en las próximas semanas.
Mientras tanto, Lula y Trump acordaron reunirse pronto en persona. La agenda de Trump está cargada: se espera que reciba la próxima semana al presidente argentino Javier Milei en medio de sus propias negociaciones comerciales y discusiones sobre asistencia financiera para la golpeada economía argentina.
Sin embargo, una reunión con Lula podría concretarse tan pronto como en la próxima cumbre de países del Sudeste Asiático, en Malasia, a finales de mes. El mandatario brasileño también expresó su disposición a viajar a Washington si fuera necesario.
Lula comentó el lunes por la noche que se sintió “sorprendido por la cordialidad” de Trump durante la conversación, y subrayó la importancia de mantener un encuentro cara a cara para avanzar en las negociaciones.
“Le dije: para que podamos empezar a hablar, es importante comenzar levantando los aranceles, eliminar las sanciones a nuestros ministros y empezar a discutir las cosas con más honestidad”, señaló en una entrevista con TV Mirante.
La preocupación de Bolsonaro
Durante meses, Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente, ha presionado a la administración Trump para que defienda a su padre, considerando la presión política estadounidense como la única vía para ayudarlo a evitar sus problemas judiciales y volver a postularse contra Lula el próximo año.
Algunos miembros de la familia Bolsonaro ya se mostraban incómodos con el tono de la breve interacción entre Lula y Trump en la ONU, y vieron la llamada y sus comunicados como otra señal de que el exmandatario estadounidense está listo para dejar atrás a su antiguo aliado.
Ahora, su esperanza recae en Marco Rubio, cuyo enfoque duro hacia los líderes latinoamericanos de izquierda alimenta expectativas de una postura más alineada ideológicamente con la derecha brasileña. Eduardo Bolsonaro incluso elogió a Rubio en una publicación en redes sociales el lunes.
Pero en el gobierno de Lula creen que será Trump, no Rubio, quien finalmente tome las decisiones clave. Y tras meses en los que Eduardo parecía ser el único brasileño con acceso directo a Washington, ahora es Lula quien habría establecido una línea directa con el expresidente estadounidense: ambos intercambiaron números de teléfono durante la llamada, y según un funcionario brasileño, Lula le dijo a Trump que podía llamarlo “cuando quisiera”.
